First Dates

Las cinco citas más vergonzosas de «First Dates»

Repasamos algunos de las cenas más embarazosas que se han vivido en el restaurante del amor de «First Dates»

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Por «First Dates» , el programa de citas que presenta Carlos Sobera , han pasado cientos de solteros en busca del amor. En sus más de dos años en antena, el equipo del restaurante del amor ha visto entre sus cuatro paredes personajes, citas y situaciones de todo tipo. Y es que las primeras citas son muy dadas a los momentos absurdos , vergonzosos o directamente patéticos. Aquí repasamos algunos de esos instantes que nos ha regalado «First Dates» los últimos meses.

1

Un elfo buscando el amor

A esta peculiar cita llegó en primer lugar Ana, una estudiante malagueña de 21 años. Se presentó con el pelo teñido de un rojo intenso y coletas estilo Pippi Calzaslargas. Además, a modo de complemento, llevaba una tirita en la cara que, contó, «es una forma de representar el dolor emocional como dolor físico. Es algo importado del manga y de la cultura del videojuego japonesa».

Pero a extravagancia estética no ganaba a Samuel, un dibujante valenciano de 20 años con rastas rubias platino hasta los tobillos y unas puntiagudas orejas postizas de elfo. Desde el comienzo hubo sintonía entre ambos y pronto descubrieron que tenían aficiones muy similares.

No obstante, la timidez de Samuel acabó pasando factura. Reconoció que le costaba «hacer amigos , y cuando salgo me gusta estar a mi bola, mirando el móvil». No obstante, a Ana le atrajo ese carácter retraído y también que le gustase el mundo del diseño. La chica le invitó a conocer Andalucía y él demostró con su respuesta que la geografía no era su punto fuerte : «Ya estuve en Andalucía cuando fui a Murcia de vacaciones».

Pese a todo lo que tenían en común, ambos alegaron que no habían sentido demasiada afinidad y decidieron continuar con su relación solo como amigos.

2

Sergio el del palillo

Este mes de febrero visitó «First Dates» Sergio Álvarez, el leonés de 25 años que se hizo famoso por hacerse la foto del DNI con un palillo en la boca. «Si te has hecho famoso por salir con un palillo en la boca y no has encontrado el amor, piensa que tal vez el palillo sea el problema y no la solución», le advirtió Carlos Sobera.

A Sergio se le veía muy orgulloso de su hazaña y contó la anécdota en repetidas ocasiones . «Tengo la manía del palillo desde hace 6 o 7 años y lo de la foto del DNI fue una apuesta estando de cañas y coló», relató el joven, «luego empezó a moverse por redes sociales y acabó en los periódicos y en todas las televisiones». El leonés explicó que está «casi las 24 horas al día con el palillo , y a veces al dar dos besos a una chica he picado a la chavala».

Su pareja fue Itziar, una estudiante asturiana de 19 años que dijo que quería «dedicarse a la fotografía y tener más seguidores en Instagram , como las famosas». Nada más entrar al restaurante le mostraron la foto del DNI de Sergio, pero ella no detectó nada extraño. Entonces ya le presentaron al leonés, que no se sacó el palillo de la boca , y ella ya se dio cuenta de quién era. «Me puse el palillo de lado para que lo viese bien», contó Sergio.

«Nunca vi a nadie hacer esa tontería , y me parece simpático», comentó ella. No obstante, cuando se sentaron a la mesa, Sergio se quitó el palillo: «Voy a quitármelo temporalmente por ti, pero no lo hago por cualquiera». Inmediatamente él se puso a contar de nuevo su historia con el DNI y el palillo, algo que a Itziar, como contó en el confesionario, le parecía «un poco de pueblo».

A la mitad de la cena ella se levantó para irse al baño y Sergio aprovechó para quitarse el mono de estar sin palillo. En el baño Itziar llamó a una amiga para decirle que su cita no le «acaba de convencer» . Al final, aunque el leonés dijo que quería tener una segunda cita con Itziar, ella le dijo que no porque «físicamente no eres lo que busco».

3

Yeray: pedante, narcisista y dandy

Un día antes de San Valentín visitó el programa Yeray, un valenciano de 26 años que se presentó ante Sobera como una persona «conservadora y dandy» y que «estoy muy ilusionado con Vox, creo que son la última esperanza, entre otras cosas por su defensa de la monarquía». Hablaba haciendo gala de una pedantería fuera de la común y con un estilo afectado.

Para cenar con él llegó Ane, una estudiante de 23 años que se presentó diciendo que le gustaba «la moda e Instagram. Yo ligo por Instagram , que es el Tinder de la high class». Además, Ane le confió a Sobera que un hombre para ella «tiene que saber lo que es un Chanel. Y ya sé que puedo parecer una niña pija consentida, pero estudio y tal».

Ya en cuanto les presentaron él se puso a hablar a su manera engolada y Ane, pese a ser estudiante de lenguas , le cortó enseguida quejándose de no entenderle. «Te voy a lanzar un reto», le propuso él, «yo experimento narcisismo y vivo enclaustrado en mí mismo y no he tenido parejas. Quiero comprobar si eres capaz de despojarme de mi narcisismo y haces que centre mi atención en ti».

Yeray continuó intentando impresionar a su cita usando palabras rebuscadas metidas con calzador en su discurso y ella volvió a avisarle: «No me hables con esas palabras porque no lo entiendo. No tengo ni idea de castellano culto». Ane se hartó de la arrogancia de su pareja y, para burlarse de él, le preguntó por qué no empezaba a escribir un libro durante la cena y él respondió cortante : «Porque no es el momento ni el lugar».

Él se atrevió incluso a regañarla por no colocar los cubiertos correctamente y le indicó cómo ponerlos «de un modo más higiénico y educado». Ane, que ya estaba hasta el gorro, le replicó que «iba a dejarlos mal a posta para que te fastidies». «Tus padres estarán encantados», ironizó él, «veo que te vanaglorias de ciertas carencias ». Ya para rematar Yeray se puso en pie, cogió su servilleta y se puso a hacer pases de toreo y explicárselos a Ane: «Esto e suna verónica, esto una media verónica...».

A Ane le superó su chulería y llegó a taparse la cara con la servilleta y a decir que quería irse de allí. Cuando llegó el momento del desenlace final Ane fue muy clara y dijo que no quería tener una segunda cita. En un último gesto de ironía , Yeray se sacó un pañuelo e hizo como que se secaba las lágrimas.

4

Francisco boicotea la cita de su expareja

Jorge era un peluquero valenciano de 20 años que visitaba «First Dates» por segunda vez. En su primera cita terminó besándose por el suelo con su pareja , pero luego la cosa no funcionó entre ambos y Jorge volvió a verse soltero. Cuando Jorge estaba hablando con Sobera apareció por la espalda Francisco, el joven con quien el valenciano había tenido su cita hace unos meses. « Estás obsesionado conmigo . ¡Estoy harto de ti!».

Francisco aseguró estar «locamente enamorado de él, pero no me da lo que me tiene que dar en la cama. Sé que él no me quiere , y me tengo que hacer a la idea». Francisco parecía estar allí para montar un espectáculo, y le gritó a Jorge «¡si te encantan mis tetas!». Francisco llevaba una chapa con el mensaje de « Soy virgen» porque, aseguró, «así se liga más».

Para cenar con Jorge apareció Fernando, un madrileño que dijo ser « muy romántico , tal vez demasiado». Se sentó a la mesa con el valenciano y a pocos metros tomó asiento Francisco, que le gritaba a Jorge «¡te voy a hundir la cita!». En un primer momento, Jorge y Fernando se gustaron , pero poco a poco la cita fue yendo a peor.

A lo largo de la cena Francisco se levantó varias veces para molestar a su exparjea, cogiendo a Fernando del hombro y advirtiéndole que «tuviese cuidado con Jorge». «Eres muy molesto» , se quejó Fernando. A cenar con Francisco llegó Antonio, un alicantino de 27 años que no le gustó al castellano: «Me dio envidia de Jorge porque el suyo estaba más bueno que el mío ». Nada más sentarse Antonio, Francisco le advirtió de que «lo único que quiero es que a ese de abajo le vaya mal su cita, porque es mi ex».

Francisco no estaba interesado en la cita en absoluto, sino en montar espectáculo. «Es un chico que no está centrado , que solo aspira a liarla y ese tipo de personalidades no me gustan», explicó Antonio. Además, Francisco había traído una lata de mejillones para que cenase su pareja, que era vegetariana. «Pero aunque seas vegetariano te gustarán las tetas, ¿no? ¡Que sin preciosas», dijo desabrochándose la camisa, «como una buena comida de tetas no hay otra cosa en la vida». El desenlace estaba cantado y ninguno de los cuatro comensales

5

El japonés que hablaba solo

Lara, una joven valenciana de 25 años, tenía muy claro lo que buscaba en «First Dates» : «Quiero a un chico asiático. Me gustan porque son muy atentos y te sacan de casa, te llevan a sitios...Ya he tenido dos novios asiáticos y me gustan mucho». El equipo de Sobera complació a Lara sentándole a cenar con Masahsi.

Este japonés de 27 años llevaba menos de diez meses en nuestro país, adonde vino para estudiar enología. En cuanto Sobera le presentó a Lara, ella se dio cuienta de que estaba muy nervioso : «Le temblaban mucho las manos». Pasaron a la mesa y Lara pudo confirmar sus sospechas de que el japonés no tenía mucha experiencia tratando con mujeres y no sabía deesenvolverse en una conversación. Ella intentó sacar temas y preguntarle cosas, pero Masahsi no terminaba de soltarse y la cita fue decayendo poco a poco.

Lara quiso saber cuántas parejas había tenido Mashasi, y él, avergonzado y bajando la vista, respondió que nunca había tenido ninguna. Al japonés se le veía empapado en sudor, tanto que tuvo que quitarse las gafas y secarse la cara con un pañuelo: « Sudo mucho cuando me inquieto».

No logró remontar la conversación preguntándole a Lara su opinión sobre «lo que está sucediendo en Cataluña» . La respuesta de la valenciana no pudo ser más clara: «Me parece el tema más aburrido que existe». Desde ese momento, Mashasi se limitó a mirar a su plato y contar los minutos hasta el fin de la cena.

Lara se levantó para ir al baño y el asiático se puso a hablar solo sentado a la mesa: « ¿Qué va a ser de mí ahora? A ella le gustan los asiáticos, pero no los japoneses, sino los coreanos...Además jamás pensé que podría existir alguien a quien no le gustase el vino. Bueno, ya está todo perdido , qué le voy a hacer...». El desenlace estaba cantado y Mashasi se volvió solo y derrotado para su casa.

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