Las masculinidades heridas de «GH Dúo»

En los hombres del concurso hay auténtico terror a parecer maltratadores

Julio Ruz, expulsado de GH Dúo por comportamiento «intolerable»
Hughes .

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El lenguaje de los realities cambia. Ya no se dice ser infiel, sino ser desleal; una hija es «lo que más quiero»; la peor acusación que le pueden hacer a un concursante no es ser falso, sino populista («Tu concurso, tía, es súper populista»). Y la frase que más se oye ya no es «aquí todo se magnifica» sino «tengo miedo a que fuera se malinterprete». En los concursantes masculinos hay auténtico terror a parecer maltratadores. Suso lo sufrió en GH VIP, Tejado estuvo cerca y ahora le ha tocado a Julio Ruz, que ha sido expulsado por comportamiento «intolerable».

«GH Dúo» ha refinado con sadismo el reality metiendo en la Casa a parejas en trance de separación o recién separadas, las llamadas «parejas tóxicas» , con lo que se organizan unos psicodramas importantes. Julio Ruz, ex de María Jesús Ruiz, empezó bien, pero se le fue oscureciendo el concurso y la mirada. Su sombra se recortaba en el confesionario como la de Alfred Hitchcock. Vivía entre la obsesión y la nominación, y al final estaba celoso hasta del Súper.

Pero al principio incluso tuvo fans. Ruz era como un picador metido en una comedia romántica y su aspecto despertaba simpatía, aunque Antonio Tejado dijera que tenía «toda la cara del que peina al hombre lobo» y su rival Gil Silgado (nombre de Romancero o de árbitro) que parecía «el hermano feo de Alfredo Landa». En pijama era como un oso panda con la cara de Enric Juliana. También se admiraban otras cosas de él. Hubo al menos dos testimonios femeninos que afirmaban que Ruz tenía «unas necesidades muy por encima de la media». Unas necesidades sexuales. En esos momentos, en la casa se pudo escuchar este diálogo:

-¿A ti cómo te gusta en la cama? ¿Variadito y con luz?

El triángulo Ruz-Ruiz (o como en aquella película: Ruz contra Ruiz) lo completaba Carolina Sobe -nuestra Queen Latifah- con frases como «Si hay despecho, pa mi pecho». Pero nada de eso contó al final y Ruz, que iba para favorito, fue expulsado disciplinariamente . Todo su sufrimiento (y el de los demás) estaba en la enigmática frase que horas antes le dedicó María Jesús: «Del amor al odio hay un paso, pero... ¿qué hay del odio al amor?». Lejanos los tiempos del Yoyas o de Arturo «Pito Duro», en este reality las masculinidades están heridas y las fuertes son ellas .

Albalá es el Roger Federer de la pagafantez y Tejado es una persona capaz de decir la frase «Tú sabes que yo, como el Kiko, me toco los huevos mucho» en un sentido completamente literal. Cómo estará el panorama que los machos alfa son Fortu, el de Obús, que es sexagenario y Kiko Rivera. A Fortu lo definió Ylenia como «Lucifer máximo» y Kiko Rivera está pendiente de definición porque es un hombre nuevo. Está casado y está delgado. Del viejo Kiko Rivera solo sobrevive el morrillo.

En la edición confesó haber superado una adicción a las drogas . Quizás la cocaína fue la forma que tuvo Dios de decirle que nunca más «Quítate el top». Kiko lleva mal las acusaciones de trato de favor y aun peor que le llamen «Pantojo». Los primeros días aun se excusaba como Segismundo en la obra de Calderón: «Mi madre es quien es; mi padre era quien era, y yo nací. Lo único que hice fue nacer». Pero el otro día ya cantó «Ay, ay, ay, Pantoja es lo que hay», que actualiza el «dientes, dientes» y retrata fielmente lo que es Telecinco ahora mismo: Pantoja de desayuno, comida, merienda y cena.

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