Por trece razones¿Es bueno hablar de «bullying» y suicidio adolescente en televisión?
Psicólogos, padres y educadores explican a ABC el efecto que tienen en los espectadores más jóvenes series como «Por trece razones»
MADRID Actualizado: Guardar«Hola, soy Hannah Baker. Coge algo para picar y ponte cómodo porque estoy a punto de contarte la historia de mi vida. Más concretamente, la razón por la que mi vida se terminó. Si estás escuchando esta cinta eres uno de los motivos». Así arranca el relato de la adolescente que protagoniza «Por trece razones», una serie que habla sobre el acoso escolar, los abusos sexuales y el suicidio que, además de convertirse en la ficción más tuiteada del año, ha reabierto el debate sobre las ventajas e inconvenientes de tratar asuntos tan sensibles en televisión.
«Yo no creo que sea bueno que los adolescentes vean “Por trece razones”. No es bueno explicar el método para suicidarse, ni los procedimientos, ni darle una justificación al suicidio ya desde el título», explica Benjamín Ballesteros, doctor en Psicología y director de programas de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo).
«Cuando una persona que está en depresión o se plantea la autolesión se pone en contacto con otras que le explican cómo hacerlo y lo justifican, las probabilidades de hacerlo se disparan», añade este experto.
«No es que no se pueda hablar de ciertos temas, el problema está en el método. No asociar el suicidio a un pensamiento irracional, que es lo que es, es grave», añade este experto. Tampoco considera recomendable para los menores la búsqueda de «culpables» que emprende la ficción producida, entre otros, por Selena Gómez y la identificación que puede generar en los adolescentes. «Es una pena que algo que conecta con ellos de esa forma no pueda tener un final en el que se llegue una solución, aunque entiendo que lo trágico atrae mucho más», puntualiza Ballesteros, que solo ve el lado «educativo» a la serie si se analiza con un especialista.
En esa misma línea se manifestaron varios colegios de Canadá, que prohibieron a sus alumnos hablar de la serie, y la Asociación Nacional de Colegios de Psicología de Estados Unidos. Esta controversia llevó a Netflix a incluir más advertencias sobre el contenido de la serie y un enlace a la página 13reasonswhy.info, un centro con información sobre organizaciones profesionales de ayuda a jóvenes.
Sin embargo, también hay quienes ven las ventajas de poner sobre la mesa, o la pantalla, ciertos asuntos. «Es bueno que se hable de acoso, porque si no se visibiliza es como si no existiera. Lo que pasa es que en ciertos programas a veces se da más importancia a unas cosas que a otras», reconoce Sergio Fernández, vicepresidente del colegio de educadores y educadoras sociales de Madrid, que percibe en su día a día que la serie ha calado en el público juvenil. «Por lo que sé, se habla también de los que miran y no hacen nada ante casos de acoso, y eso es importante trabajarlo. Por eso me ha gustado también la campaña de Mediaset y el Langui, hay que recordar a los jóvenes que por alzar la voz sobre algo que no está bien no es ser chivato», plantea este educador social, que reconoce que el audiovisual es una herramienta más a la que recurre en su trabajo, igual que lo son los cómics o los juegos de identificación.
La tele no es maestra
José Luis Pazos, presidente de la CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos) reconoce que tienen disparidad de criterio sobre «Por trece razones». No les ocurría lo mismo con «Proyecto Bullying» (Cuatro), que, en su opinión, no tenía un enfoque adecuado porque «señalaba a personas concretas» y no hacía un seguimiento más allá de la confesión. «Parecía que el problema del acoso se resolvía con contarlo», recuerdan. «De cualquier modo, lo que no se puede plantear es que la mejor manera de protegerlos es que no tengan contacto con estos temas. No hay que huir de los conflictos, sino enseñar a los jóvenes a abordarlos», sostiene.
Por su parte Pedro Caballero, presidente de Concapa (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos), insiste en que, más que en la televisión, donde hay que poner el foco es en la educación temprana. «Más que centrarnos en la formación que pueden dar las series, lo que hay que hacer es educar a los niños en el respeto desde pequeños», concluye.
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