Las series españolas se convierten en un fenómeno en Argentina

«La casa de papel» y «Merlí» arrasan entre el público, rendido a la ficción de nuestro país

Pedro Alonso da vida a Berlín en «La casa de papel» NETFLIX
Carmen de Carlos

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A Gabriela Michetti, vicepresidenta de Argentina, la serie «Velvet» la tuvo pegada a la pantalla «hasta el final». La número dos del Gobierno de Mauricio Macri reconocía, en la última entrevista con ABC, su afición a las producciones españolas y, en especial, a aquella «tan romanticona». El éxito de las series «made in Spain» a este lado de América viene de tiempo atrás, pero se ha convertido en un «boom» sin precedentes con «La casa de papel» y «Merlí» .

Entre Netflix y los servicios bajo demanda de plataformas como Cablevisión, los argentinos se dan panzadas de producciones españolas. La más «maratoneada» este año es la que tiene a Úrsula Corberó (en el papel de Tokio), la novia del «Chino» Darín, entre sus protagonistas, pero hay otras anteriores como «Isabel», «Los hombres de Paco», «El internado» , «Gran Hotel» , «El barco» , «Vis a vis» y «Las chicas del cable» , que también lograron seducir a la audiencia local.

Los avatares de la comisaría más cañí de la historia de España se seguían por la televisión pública, hace un par de años, antes de medianoche. La emisión iba a continuación de un programa político ultrakirchnerista, «6, 7, 8», de referencia. Bálsamo para los fanáticos de aquel Gobierno, digerirlo para el resto de la población era un trago difícil que se transformaba en algo más dulce cuando arrancaban las aventuras de los agentes al mando de Paco. El humor y el gracejo españoles lograban unir o cerrar la «grieta» ideológica y eso, en aquel momento, no era poca cosa.

Acostumbrados al acento castizo, catalán, andaluz o canario por cuestión de familia (quién más y quién menos tiene un ascendente español) los argentinos devoran las coproducciones españolas y los productos nacionales. Algunas de las más recientes en captar su atención son «El tiempo entre costuras» y «El Ministerio del Tiempo». El descubrimiento de «Merlí» revolucionó el país y alteró (para bien) el día de la vida en familia. El interés por la filosofía y el modo de enseñar de ese profesor heterodoxo reunía alrededor de la televisión a no pocas familias con hijos adolescentes. «Es el único momento donde podemos estar todos juntos», repetían los fans de esta producción catalana doblada al castellano.

El éxito de «Merlí» es indudable pero nada supera al de «La casa de papel» . Antes de que se conociera el final del atraco a la Fábrica de la Moneda, los comentarios y especulaciones sobre el desenlace se sucedían ansiosos en tertulias de radio y televisión. El fenómeno de la serie atraviesa edades y profesiones. Todo lo que la rodea se reproduce porque vende. No quedan secretos para la serie, que prepara una última entrega en un intento de mantenerse en la ola del éxito. «¿Nairobi es hija de Antonio Flores?». El quién es quien en la historia ha dejado de ser un misterio. En Argentina no son pocos lo que encuentran similitudes entre la historia y un atraco real a la sede de un banco en Acasuso, en la provincia de Buenos Aires.

«La casa de papel» figura entre las 25 series más populares del mundo , según el portal especializado IMDb. En la región ha enamorado de México a Colombia, pasando por Perú. Hasta los chilenos se miran en el éxito reflejado de Argentina. En este país, atentos al éxito de Pedro Alonso (da vida a Berlín), trajeron volando al actor para que protagonizara un anuncio. En Buenos Aires hizo estragos entre las mujeres y su estancia fue capitalizada con creces por las revistas y los programas de «chimentos» (cotilleos), mientras políticos y artistas como Marcelo Tinelli y la actriz Jimena Barón se declaraban incondicionales de la serie.

El bombazo de «La casa de papel» ha venido precedido y acompañado del entusiasmo por otras series españolas. La conquista de la audiencia argentina parece haber dejado en segundo plano producciones sirias, libanesas, árabes o turcas conocidas también en España. Antes arrasaban «Fatmagul» , «Sila» y «Esposa joven», ahora, es cosa del pasado. Los españoles han vuelto.

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