Las peores series que hemos visto en 2018

«Desencanto», «Westworld» y «Maniac» se cuelan en la lista de ficciones que han decepcionado este año a los periodistas de ABC Play. ¿Estás de acuerdo?

Play Series

1

«Desencanto», por Hughes

Seguro que no es la peor, pero sí una de las más decepcionantes. “El desencanto” (Netflix) era el regreso de Matt Groening después de “Los Simpsons” y de “Futurama”. El universal Springfield y un futuro de ciencia ficción eran sustituidos por la Edad Media, y el personaje principal pasaba a ser una joven mujer: una princesa rebelde, más bien de gustos rockeros, que no se dejaba atrapar en el estereotipo. La ironía aplicada al presente se le dio muy bien a Groening, un poco menos cuando la llevó al futuro, y definitivamente nada bien en este viaje al pasado.

La serie no coge vuelo en ningún momento y la primera sonrisa forzada del fan bienintencionado se va quedando congelada. Se parece a lo peor de los últimos Simpsons en una lejana Edad Media donde todo se ha visto ya pero a la vez nada es reconocible, perdido aquel veneno de provocación que algún día tuvo Groening.

2

«Las escalofriantes aventuras de Sabrina», por Helena de la Casa

Sabrina generó mucha expectación por su regreso a la pequeña pantalla. La joven adolescente acompañada de su curioso y extravagante gato Salem vivía toda clase de aventuras un poco absurdas en «Sabrina, cosas de brujas», una ficción que encandiló a una generación. Y eso era lo que muchos se esperaban de este «reboot» de Netflix. Sin embargo, nada de esto ha aparecido en esta tenebrosa versión. En el mundo oculto de Sabrina ya no existe ni un atisbo de comedia, ni siquiera Salem tiene un papel destacado, al menos por ahora. Tan solo unos paseos de aquí para allá durante unos segundos en cada capítulo que ¿justifican? su presencia.

En cuanto a Sabrina, la plataforma la ha adaptado a los cánones «millennial» y le ha añadido tanto lecciones de feminismo como de acoso escolar para que penetren, de una vez por todas, en su público juvenil. Pero más allá de este cambio, el personaje parece haberse sacado directamente de la saga de «Harry Potter», convirtiendo a la emblemática bruja en los años 90 en una nueva versión de Hermione. Con gestos, peinado, maquillaje y diálogos muy similares. A lo que hay que sumar, esos monstruos a los que la adolescente debe hacer frente y que parecen haberse sacado de una película de sobremesa .

Netflix se ha basado en el tono del cómic de 2014 para mostrar a otra Sabrina, una nueva perspectiva que incorpora la madurez que han experimentado las series en estos últimos años respecto a la primera vez que conocimos a este personaje en la pequeña pantalla. Es cierto que en algún punto llega a enganchar la trama , pero son tan lejanos el retrato de las dos ficciones que podrían haberse ahorrado usar el cebo de la nostalgia para captar a los espectadores y, por supuesto, haber buscado la originalidad para crear al personaje.

3

«No veas esto», por Álex Jiménez

Netflix celebró el pasado Halloween con el estreno de «La escalofriantes aventuras de Sabrina», de los creadores de «Riverdale» y que se ha convertido en una de las series más exitosas de la plataforma. Pero junto a ella, la plataforma «regaló» a sus televidentes «No veas esto» , otra miniserie de lo más tétrica y agónica para conmemorar el Día de Todos los Santos.

La ficción es perturbadora desde su propio título , en el que Netflix avisa a los televidentes de que lo mejor para ellos es no visionar la serie. Sin embargo, los hay que no les gusta seguir las normas, por lo que muchos habrán caído en la «tentación» de ponerse un capítulo –o más– de «No veas esto». Sus episodios no duran más de siete minutos, pero lo cierto es que esta miniserie ofrece una visión de lo más «gore» de títulos oscuros como «Black Mirror», «The Twilight Zone» o la infantil «Freaky Stories».

Su primera temporada, la única con la que de momento cuenta la ficción, consta de cinco episodios. Todos completamente independientes entre ellos, pero con un nexo en común: contar historias maquiavélicas y aterradoras, desde un punto de vista de lo más gráfico y desagradable, que convierte a esta antología de «cortos» en firme candidata a la peor serie del año.

4

«Westworld», por Silvia Montero

Prometía tanto y se ha quedado en tan poco. Si hablamos de televisión con pretensiones y de un producto que se vende por encima de sus posibilidades y cualidades reales ese es «Westworld» . Todo apariencia, pero sin un fondo auténtico , perdido entre efectos especiales, caras conocidas y artimañas muy rudimentarias de una trama que ya no entienden ni sus propios creadores, si es que alguna vez supieron lo que estaban haciendo. A pesar de que esta segunda temporada empezó bien y prometía más acción y giros que podían traer lo que la primera temporada se fue dejando por el camino, un hilo conductor claro que guiase a los espectadores, ha quedado de nuevo en un producto hueco. Se crearon falsas expectativas para atraer como las moscas a la miel y volver a perder al ya desconcertado seguidor entre miles de capas que no llevan a ninguna parte.

Si alguien es capaz de entender hacia dónde va esta serie se merece un premio y, de paso, que se lo explique a sus guionistas porque da la sensación de que ellos son los primeros que se mueven sin rumbo en ese mundo de inteligencia artificial que resulta tan aburrido, aunque tiene un envoltorio tan atractivo.

Ni las buenas interpretaciones, que las hay, se salvan porque sus esfuerzos no compensan el que los personajes a los que dan vida no tengan un contexto entendible. Sí, es ciencia ficción, y buscar lógica terrenal puede ser misión imposible, pero los buenos mundos imaginarios tienen coherencia y no miles de subtramas que se utilizan para compensar la falta de un argumento de peso. Hablamos de televisión bonita, pero vacía y a veces de filosofía barata adornada de aparentemente complejos diálogos.

«Westworld» ya ha engañado muchas veces, al menos a mí, que con cada capítulo de las dos temporadas daba una nueva oportunidad que se esfumaba cada vez que llegaba el final. En 2018 pudo redimirse de los errores del pasado con su primera temporada, pero prefirió seguir pecando y caer en el mismo laberinto en el que se había metido sin buscar una salida. Yo me bajo de este tren, ya no quiero entrar más en ese parque siniestro de robots. Te diría que soy yo no tú, pero es que eres tú, «Westworld», que no hay quien te entienda.

5

«Maniac», por Fernando Muñoz

La peor serie del año hubiera sido una gran película. O, al menos, una entretenida con dos de los actores jóvenes más en forma ( Emma Stone y Jonah Hil l ) y con una trama que, pulida, podría haber sido memorable. Pero los guionistas tienen que alargar las historias para saciar el agujero negro que es el catálogo de Netflix. Así, el recurso de ver la misma secuencia desde dos puntos diferentes se convierte en una tortura que no aporta nada. Que lo hagan en un momento clave tiene un pase, que lo hagan por costumbre es la constatación de que si no lo cuentas dos veces, no rellenas los diez capítulos firmados .

La trama y los viajes de los personajes apuntan a una única dirección, un final redondo (no por el contenido, sino por la forma) que puede emocionar pero no sorprender. Entre medias va tocando todos los puntos que están de moda hoy en día para configurar un menú vistoso pero ya visto: Toques de nostalgia ochentera, mucho de futuro distópico tirando a rancio y esencias de comedia romántica deconstruida (por enésima vez en estos últimos años). Lo dicho: si todo se hubiera condensado en un bocado de 90 minutos, la parte original del menú (el nuevo fármaco y su poder sobre la mente y los traumas es potentísimo) hubiera sido de varias estrellas; pero los diez episodios se quedan en una carta de platos combinados de bar de carretera.

6

«Westworld», por Lucía M. Cabanelas

Nunca es fácil estar a la altura de las expectativas, superarse a uno mismo y volver a sorprender. Precisamente por eso no era fácil la segunda temporada de Westworld , porque ya su primera entrega había establecido los enredos justos para que el espectador reaccionase boquiabierto a esos imprevisibles pero meditados giros de guión. Había una coherencia lógica en todo ese despiporre de recursos y ases bajo la manga.

En los nuevos capítulos, sin embargo, se lían tanto que termina por perder esa fuerza de su debut y, en lugar de mejorar, parece como que sus responsables pretendieron complicar cada punto de cada trama y personaje para que sus seguidores no lo entienda. Como si no entender algo elevase el producto, de HBO, a ese limbo donde reposan las ficciones de culto. Cuando, en realidad, lo meritorio es trasladar complejidades a lo comprensible. Al final, a mitad de temporada terminan cansándose incluso de su propia ida de olla, y resuelven incógnitas con tramas baratas, por no hablar del final al que abocan a alguno de los personajes que sirvió para hacer despegar esta serie. No es mala, pero sin duda no está a la altura de lo que esperaban quienes disfrutaron con la primera temporada.

7

«Insatiable», por Lorena López

La ficción se estrenó entre polémica, incluso recogieron firmas para que no se estrenara porque incitaba al «fat-shaming», es decir, fomentaba a avergonzar a otros por su peso. Sin embargo, el mayor problema no era este. La serie exagera en todo lo que no debería y carga de crueldad cualquier suceso de la trama. Las intenciones eran buenas, pero el resultado solo demuestra que una buena historia de superación personal no es suficiente.

8

«The Affair», por Inma Zamora

El perfecto ejemplo de que alargar una trama más de la cuenta es siempre (o casi) una decisión equivocada. Los personajes de «The Affair» ya solo transmiten desgana, pereza, falta de compromiso con una historia muy original en su planteamiento pero que ha ido perdiendo interés con el paso de los capítulos. Una temporada habría sido más que suficiente para narrar los distintos puntos de vista del engaño de Noah Solloway (Dominic West) y sus efectos colaterales pero, en lugar de eso, los creadores de «The Affair» han optado por explotar la historia inicial y aderezarla con subtramas innecesarias y para las que, en muchos casos, no hay una resolución digna de una serie poseedora de tres Globos de Oro.

El propósito en «The Affair» de mostrar el miserable pasado y presente de sus protagonistas ha provocado, fuera de toda duda, que parte del público haya optado por echar a un lado la que a priori parecía una ficción prometedora. Y no es que quien escribe beba los vientos por finales felices, pero cierto es que resulta cuanto menos decepcionante que una historia que en su día encandiló a la crítica haya mutado hasta el punto de convertirse en un cúmulo embrollos y momentos desafortunados carentes de todo interés. Ni el recuerdo de Dominic West en «The Wire» salva a «The Affaire» de la quema.

[Atención, spoiler]

Y qué decir del final. Precipitado e innecesario desenlace para la figura central de todas las tramas, para el único nexo de unión entre todos los protagonistas que, intuyo, basarán ahora sus vidas en descubrir quién mató realmente a la desgraciada Alison . Contarán conmigo en la próxima temporada porque, pese a mis quejas, los «placeres culpables» van conmigo . Porque a todos nos gusta un culebrón fácil, un «Anatomía de Grey», que es como yo lo llamo : una historia «malota» pero con carnaza entre los personajes, un «Sálvame» de la ficción seriada, una película de sobremesa de Antena 3 segmentada en capítulos.

9

«The Romanoffs», por Rosa Belmonte

Podría decir que lo peor que he visto este año es ‘Baby’, una especie de ‘Élite’ italiana (y no es que ‘Elite’ me guste, pero me parece un producto tan calculado y efectivo como ‘Roma’; la serie de Netflix, para su segmento adolescente). Como lo peor, por las expectativas creadas (culpa nuestra), me quedo con ‘The Romanoffs’. ¿Cómo puede Matthew Weiner hacer esa mediocridad? Y lo mismo podría decir de Alan Ball con ‘Here and Now’ (madre mía, hablaban como en ‘Acacias 38’ pero en Portland).

He elegido ‘The Romanoffs’. Ha dado igual todo ese dineral que se ve en la producción. Y también la buena idea de partida. Que, vale, no todo es horrible, pero algunos capítulos parecen películas europeas de Woody Allen (de las malas) y otros, telefilmes. El creador de ‘Mad Men’ podría haber llevado a la televisión ‘Los Románov’ de Simon Sebag Montefiore y le habría ido mejor. Sobre todo nos habría ido mejor a los espectadores, que no aprendemos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación