«Patria», la historia de dos madres separadas por una bala

San Sebastián, entre otras localizaciones, acoge la adaptación para HBO de la novela de Fernando Aramburu

Ane Gabarain (Miren) y Elena Irureta (Bittori), en una manifestación etarra en San Sebastián David Herranz / HBO
Federico Marín Bellón

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En el cruce de Portu con San Jerónimo, en la Parte Vieja de San Sebastián, varios manifestantes profieren gritos que alteran la paz del barrio. Los «Gora ETA» causan asombro e incluso preocupación entre vecinos y turistas. Muchos se acercan y descubren que el viaje al pasado es cosa de figurantes que, vestidos de los años 80, trabajan en la adaptación de «Patria». Alea Media produce para HBO la adaptación de la novela de Fernando Aramburu , uno de los grandes éxitos literarios y morales de los últimos años.

Aitor Gabilondo (San Sebastián, 1974), creador y productor, admite que la estampa «impresiona», como lo hará una serie inevitablemente «violenta», impensable «en Telecinco o en cualquier canal en abierto». «Sabía que no podía ser una película y que debía verse sin anuncios. Hubiera sido muy fatigoso para el espectador y habría obligado a una narrativa más convencional. Fue una casualidad que apareciera HBO, que les gustara y la compraran», asegura un guionista que admite no haber visto ni un capítulo de «Juego de tronos».

A todo esto, mientras los curiosos toman fotos, quienes peor llevan los cortes de calles son los trabajadores de la zona. Un pescadero tuerce el gesto porque «un minuto» se le hace eterno con la carretilla cargada de género fresco.

A Aitor Gabilondo la novela de Aramburu le removió muchas cosas por dentro. Consiguió los derechos y empezó a escribir sin saber dónde acabaría la aventura. «Me impactó mucho porque soy de aquí, he vivido muchas cosas y conocido a muchas personas similares a la que salen en la novela. Me sentí impelido». Contar esta historia al mundo «ayudará a entender y a que no vuelva a suceder». Una ayuda clave vino del revisor de guiones de HBO, Steve Matthews . «Él no quiso leer la novela y yo le mandaba los capítulos. Me preguntaba por detalles que no entendía bien. Me sirvió para que luego todo se comprenda». Uno de los dos directores, Félix Viscarret (el otro es Óscar Pedraza ), asegura que «mostrar cómo la violencia envenena las relaciones personales, de amistad, familiares y sociales es universal». Más castiza, la actriz Ane Gabarain explica: «Si lo hacemos bien, un conflicto humano funciona aquí y en Honolulú».

Quien no quiso implicarse en el proceso fue Aramburu. «Cedió los derechos y me dijo el primer día que no se metería en nada. Y no lo hizo. Cuando terminé el guión se lo envié, lo leyó, me dijo que le había gustado y ya está», cuenta Gabilondo. El resultado de los ocho capítulos, que probablemente no se verá hasta 2020 , será fiel, según Viscarret: «Hay reinterpretaciones, fusiones y transiciones creados para la adaptación, pero se sentirá que fluyen de forma natural». «Lo fundamental está», corrobora Gabilondo. «Todo no, porque no entraba y porque la serie es mi lectura. No sé qué le apasiona a otros y mi adaptación es a la vez un reescalado. A veces dos líneas son una secuencia y otras veinte páginas se quedan en dos frases».

¿Cómo define su lectura? «El corazón del relato son las dos hermanas-amigas. Es un wéstern con señoras , de dos madres separadas por una bala», resume el creador de la serie. «Una mujer vuelve a un pueblo, remueve el avispero y empezamos a entender por qué ellas y sus familias rompieron, y el trasfondo sociopolítico de eso. Además, lo protagonizan mujeres de dos generaciones. Entre las hijas, la que más hace es la que no se puede mover. Son muchos elementos dramáticos interesantes. La serie tiene la voluntad de ser precisa con los detalles, que impacte, pero no de remover la mierda, sino contar el viaje de esas dos señoras hacía un abrazo».

«Otra cosa que me gustaba de la historia es que no es una tertulia», añade. «Son amigas que han roto y eso es muy doloroso, ni te cuento cuando, como en este caso, hay un muerto de por medio. Eso es terrorífico . No me interesaba la parte más política, sino cómo se gestiona un drama personal tan grande, con la presión externa».

«La novela», prosigue Gabilondo, «tuvo la habilidad o suerte de llegar en el momento justo al lugar adecuado. Había una necesidad muy grande en la sociedad vasca y española de superar lentamente este trauma que ha supuesto el terrorismo durante tantísimos años. La lectura que me interesaba, porque me dedico a hacer ficción, es la social y humana, que es otro acierto de la novela. Los que vivíamos aquí lo reconocemos. Había que seguir adelante. Es verdad que el equilibrio entre justicia y reconciliación es muy precario, más aún con sangre, pero ese viaje hacia la luz es oro puro para una serie. Un acierto más es respetar todos los dolores, que es algo propio de cada uno. Estas dos mujeres son un ejemplo. Cuando leí la novela pensé: está el campo lleno de sangre, pero hay que seguir adelante. Que sean dos madres las que generen vida otra vez me parecía precioso. Por eso yo siempre le decía a Aramburu que tenía que haber titulado “Matria” . También me gustó el punto de vista, cómo Fernando se atrevió a poner a dos personajes a cada lado de ETA, unirlos y separarlos para volver a acercarlos. Era un viaje muy valiente».

Félix Viscarret también reivindica al Aramburu anterior a «Patria». Él ya convirtió otra de sus novelas, «El trompetista del Utopía», en la película «Bajo las estrellas» (que le proporcionó un Goya), donde también se hablaba de la dificultad de decir ciertas cosas en público, de vencer esa forma de represión social en determinados ambientes:«Es muy bonito el éxito y el reconocimiento que le llega a Fernando, pero es un caso claro de justicia, porque ha seguido una trayectoria muy coherente desde hace mucho tiempo. Siempre trató de fijarse en los desfavorecidos y los que sufren y de hablar con humanidad de esa situación, sin dejar de ver las contradicciones, el humor o la partes menos ejemplares de cualquier ser humano», relata el cineasta.

Un gran ejemplo son sus dos protagonistas femeninas, Elena Irureta y Ane Gabarain (Bittori y Miren), que graban otra escena en la cafetería en la que siempre quedan para merendar y se conocen desde hace casi treinta años, cuando coincidieron en la serie «Bi eta bat». «A veces pienso: esta Miren qué mala es», confiesa Gabarain, «pero luego lo piensas y le pasa de todo. Tiene un hijo etarra, una hija que sufre un ictus, un marido que no diré que es un inútil pero está poco implicado... Está muy sola, llena de dolor y rabia, y con poca formación para gestionar todo eso, por lo que comete errores garrafales. Es una mujer torpe ».

Elena Irureta, que interpreta a la viuda de la víctima, admite que en la primera lectura ella también pensaba: «Esta mujer qué mala y qué rencorosa es. ¡Vaya dos bichos! Pero empiezas a rascar y al final son gente normal y torpe en una situación en la que es fácil echarlo todo a perder».

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