«La Otra Mirada», la serie española de época que disecciona el caso de «La Manada»

La ficción de Televisión Española, ambientada en la Sevilla de los años 20, ha contado el después de una violación a una adolescente

Fotograma del octavo episodio de la primera temporada de «La Otra Mirada», de La 1 de Televisión Española ABC

Óscar Rus

[Aviso: este artículo contiene detalles de la trama]

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La otra mirada

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Las cosas como son: «nadie» está viendo «La Otra Mirada» . Estrenada el pasado 25 de abril –frente al antepenúltimo episodio de «Fariña» en Antena 3–, la nueva serie de La 1 de Televisión Española congregó a tan sólo 1.620.000 espectadores y un 9,6% de cuota de pantalla. El pasado miércoles, el décimo capítulo marcó mínimo de televidentes: 1.168.000 (apenas un 7,9% de share ).

Estos números podrían ser indicativo de la mala calidad del producto que han confeccionado TVE y la productora Boomerang TV –responsable de otras ficciones de época como «El tiempo entre costuras»–, pero si uno bucea en Twitter , encontrará a acérrimos fans quejándose de la poca repercusión de «La Otra Mirada» y alabando su necesaria existencia en una televisión de servicio público por los temas abordados.

La premisa es básica: el día a día de las profesoras y alumnas de una academia de señoritas en la Sevilla de los años 20. A lo largo de los diez episodios emitidos –faltan tres por emitir–, la serie creada por Josep Cister y Jaime Vaca ha tocado –sin sutilezas– un sinfín de cuestiones extrapolables a nuestro país y nuestro presente.

Si hay un elemento que marca la diferencia de «La Otra Mirada» de otras ficciones del mismo corte –véase la española «Las chicas del cable» en Netflix, también ambientada en los años 20– es cómo aborda el tema de la violación . El final del primer episodio es una declaración de intenciones: una de las alumnas, Roberta ( Begoña Vargas ), regresa de una fiesta a la academia en muy mal estado –llena de polvo, con la ropa rasgada– y acaba desmayándose en la puerta principal.

La causa y las consecuencias de este hecho han sido el hilo conductor a lo largo de la primera temporada. La alumna es chantajeada con fotografías de la fiesta –en las que se le ve bailando y divirténdose– y tiene temor a denunciar por las repercusiones sociales, al «qué diran» y especialmente a que no la crean pues había bebido alcohol. Finalmente se descubre quién la violó: su propio novio, que pertenece a la familia empresaria que da de comer a toda Sevilla.

La alumna –con el incondicial apoyo de la maestra protagonista de la serie, Teresa– decide denunciarle, una vez asume los hechos. Es el octavo capítulo –centrado en el juicio– el que más similitudes guarda con la actualidad informativa: concretamente al juicio y posterior sentencia del caso de «La Manada» . En la ficción, aunque el juez dicta culpable al joven, el castigo es irrisorio: apenas una multa de 3.000 pesetas. Un revés que, sin embargo, como explicita la maestra Teresa ( Patricia López Arnaiz ) a su alumna Roberta, no ensombrece el hito: gracias a su valentía, otras mujeres denunciarán violaciones.

De manera episódica o continuada, «La Otra Mirada» ha abordado otros temas como el sufragio femenino, el matrimonio concertado, la sororidad, la maternidad, la homosexualidad, las diferencias generacionales, la superación personal en los estudios, el amor romántico, la dictadura de las falsas apariencias, la sexualidad femenina –y el pertinente consentimiento en las relaciones sexuales–, el divorcio e incluso la muerte, el duelo y la viudez.

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