¿Por qué arrasan las telenovelas turcas?

Con escenarios lujosos e historias universales, series como «Fatmagül» y «Kara Sevda» han inundado la parrilla de las temáticas de la TDT

FAtmagul, el primer gran éxito turco en España NOVA
Helena Cortés

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Historias que hablan sobre sentimientos universales, escenarios lujosos y una buena factura técnica a un precio más que competitivo. Estos son los ingredientes que han hecho de la ficción turca un fenómeno mundial. Cada año, según publica el diario «Daily Sabah», la engrasada maquinaria televisiva del país otomano produce más de cien series, que vende a 156 países . En España, el fenómeno «Fatmagül », la primera telenovela turca que llegó a nuestro país y la más vista de la historia de Nova (4,1% de cuota de pantalla y más de 700.000 espectadores), inauguró en 2018 una moda que ha llenado las parrillas de Nova y Divinity de melodramas : «Kara Sevda», «Sühan», «Ezel», «Medcezir» y «Sila». Pero este idilio con la telenovela oriental, líder en distintas franjas vespertinas, acaba de empezar. Divinity también ofrecerá pronto «Erkenci Kus» y «Stiletto Vendetta», mientras que Nova se ha hecho con «Madre», «Elif» y «El Secreto de Feriha».

«Básicamente son telenovelas de lujo a bajo coste. Los turcos pronto descubrieron que lo que atraía a la gente no era el edulcoramiento de las series americanas, sino que hubiera venganzas, traiciones, adulterios...» , explica Lorenzo Mejino, experto en ficción internacional y autor de «Series para Gourmets» (Diario Vasco). «Plantean temas éticos y tienes que tomar partido. Son una propuesta muy directa y visceral; por eso “Fatmagül” ha tenido tanto éxito», añade Luis León Luri, responsable de programación de canales temáticos de Atresmedia, que reconoce que estas novelas trabajan «increíblemente bien» la empatía.

Otro de los motivos de su éxito es su cuidada producción. «Aunque aquí se emitan como una tira diaria, en Turquía son producciones de prime time. Se graban en espacios naturales, en casas reales, o una lujosa Estambul, y eso produce un sentimiento de cercanía y de riqueza que aporta un soplo de aire fresco al género», plantea Sergio Calderón, director de Divinity. Además, cuentan con sus propios actores estrella y temporadas muy largas de episodios que duran entre 60 y 90 minutos, lo que permite cubrir toda la noche con un coste muy eficiente.

También huyen, al menos en su versión más melodramática, de las referencias a la realidad social de Turquía «Tienen una visión de la mujer mucho más políticamente correcta de lo que es en realidad. Asimismo, siempre han sido muy laicas y casi nunca se ve miseria», subraya Mejino.

La fiebre de las series turcas, que empezó a extenderse por los países de su entorno, llegó a Latinoamérica, cuna de la telenovela. «Chile fue el primer país de habla hispana que probó con títulos otomanos. Y triunfó. Este género se ha asentado en Latinoamérica por razones presupuestarias, y las cadenas han reducido su tiempo dedicado a la producción propia», cuenta Calderón, orgulloso del trabajo de marketing que han hecho en Divinity con estos productos. «Frente a las latinas, estas tienen su recorrido narrativo más limitado y no queman tramas tan rápido . Al fin y al cabo, la telenovela es un género en el que la gente necesita nuevas sensaciones», puntualiza Mejino.

Más allá de los dramas diarios, Turquía – « el segundo exportador del mundo tras EE.UU.», apunta Calderón– está produciendo también miniseries para paladares más exquisitos, como la militar «Lobo» o «Hakam, el protector », la primera serie otomana de Netflix, de acción y fantasía.

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