Una escena de la serie «La casa de papel» durante su capítulo piloto
Una escena de la serie «La casa de papel» durante su capítulo piloto - ABC
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«La casa de papel»: si algo tiene que salir mal, saldrá mal

La serie estrella de Antena 3 cuenta con un ritmo frenético, actores de categoría y una banda sonora que habla por si sola, sin embargo el atraco del siglo comienza a tener sus propios problemas

Madrid Actualizado: Guardar
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El plan perfecto, un grupo de atracadores sin nada que perder y un ritmo sensacional. Parece que estemos hablando de un inminente estreno cinematográfico y su reclamo para llenar todas las salas de cine. Sin embargo, la pequeña pantalla tiene sus propias apuestas para conseguir que sus espectadores no cambien de canal. Y es que a la serie estrella de Antena 3, «La casa de papel», no le falta de nada: un ritmo frenético, actores de categoría y una banda sonora que nada tiene que envidiar de las que se llevan grandes premios.

A pesar de que la audiencia de la serie no sigue cosechando el máximo de su primer capítulo –cuatro millones de espectadores-, 2.646.000 millones siguen apostando por una producción en la que según se van sucediendo los acontecimientos, no te puedes permitir ni pestañear ya que te puedes perder algo importante.

Además, a pesar del boicot que se le hizo a Itziar Ituño, una de las protagonistas, por la aparición de ésta defendiendo a un condenado por terrorismo, la serie ya ha sido bautizada como la heredera de «Vis a vis».

Acción, adrenalina y lentitud. Eso es todo lo que hemos podido encontrar en el tercer capítulo que se emitió ayer. Durante un episodio en el que se entremezcla la realidad con los recuerdos, se pudo ver cómo los atracadores comienzan a tener sus propios problemas dentro de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y a enfrentarse entre ellos. Al ser tantos personajes, la trama se desarrolla despacio, dando importancia a detalles que para el guión son fundamentales, pero que para los seguidores resultan inciertos e incluso aburridos dando paso a un episodio bastante plano.

Y es que durante este último episodio, de más de una hora de duración, sólo destaca la historia de Denver y Moscú. Además de que se comienza a descubrir cómo los planes nunca salen como los planeas. Tras pillar a la secretaria de la Fábrica, Mónica, con un móvil, Berlín ordena a Denver que la ejecute. Sin embargo, hemos descubierto a un Denver que, por muy agresivo que parezca, muestra empatía por la embarazada y decide esconderla tras fingir su muerte. Y, al mismo tiempo, a un Jaime Lorente al que no se le escapa ningún registro.

Esta escena desencadena varios problemas. Se ha roto la primera norma, aunque «El profesor» todavía lo desconozca. Moscú, al enterarse de lo que ha hecho su hijo, pone en peligro todo el plan abriendo las puertas de la Fábrica y quedando al descubierto durante unos minutos. Aunque si algo podía salir mal, saldrá mal. Fuera del edificio, la cabeza que parecía tenerlo todo muy estudiado, confiesa que el atraco no se le ocurrió a él y comienza a intimar demasiado con la detective. Una relación que, aunque todavía no sabemos cómo se desarrollará, se torna prececible y aburrida, sobre todo, si la comparamos con la acción de la trama.

Aunque el momento culmen del capítulo se volvío a suceder en el último minuto. Denver y Moscú suben a la azotea con varios de los rehenes para tomar el aire. La detective comete el error de dar luz verde para que los francotiradores disparen a uno de los rehenes pensando que es un atracador. Aunque cuando le descubren la cara se da cuenta de que acaba de disparar a Arturo, el jefe de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. El capítulo vuelve a dejar muchas incógnitas abiertas, una norma que ha acogido esta nueva producción. Solo cabe esperar que se empiecen a resolver porque la monotonía comienza a sucederse.

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