Las ovejas no pierden el tren

Luisa y Alberto son una pareja que se ha visto obligada a irse a vivir al campo y pretende tener un segundo hijo para acabar con la monotonía. Una crisis vital que afecta a otros de sus familiares.

En la década de 1990, el realizador Álvaro Fernández Armero aportó su granito de arena a la nueva comedia urbana madrileña con títulos como "Nada en la nevera" y "Todo es mentira", en los que reflejaba las preocupaciones de los veinteañeros de la época. En esta cinta, Fernández Armero (tras siete años alejado del celuloide en los que se dedicó a dirigir series como "El síndrome de Ulises", "Doctor Mateo" o "Con el culo al aire") vuelve a retratar la misma generación, pero en este caso en el momento en el que debe hacer frente a la crisis de los 40.

Encabezan el reparto dos actores en plena efervescencia profesional: un Raúl Arévalo ("La isla mínima") y una Inma Cuesta ("Blancanieves") que ya habían coincidido en "Primos" dos años antes. Les acompañan intérpretes de más larga trayectoria como Alberto San Juan ("El otro lado de la cama"), Candela Peña ("Princesas"), Jorge Bosch ("Nada que perder") y Kiti Mánver ("Pagafantas"), entre otros.