Festival de San Sebastián

Wenders inaugura el Festival con «Inmersión», o cómo hundirse poco a poco

De la película de Wim Wenders puede tuitearse que no llega a ser un hundimiento, aunque tampoco sale a flote

EFE
Oti Rodríguez Marchante

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Wim Wenders reúne todos los requisitos del perfecto inaugurador de Festival de Cine , pues tiene filmografía, prestigio y estilo, queda estupendamente en cualquier alfombra roja y luego, en la pantalla, suele dejar un cine si no siempre bueno, sí al menos con apariencia de reflexivo, explorador y tal y tal. Es verdad que últimamente, o sea, desde hace mucho, el cine del explorador Wenders está como vestido de Coronel Tapioca y solo en el documental encuentra cosas interesantes que decir.

El caso es que su última película, «Inmersión», basada en una novela de J. M. Ledgard, que abría ayer esta edición del festival de San Sebastián y contiene algunos de los ingredientes habituales del cine de Wenders, aunque el más notorio de ellos es que resulta un poco pesadita. Lo cual tiene un mérito añadido, pues utiliza el rostro petado de gracias y golosinas de la actriz Alicia Vikander para subrayar aún más la «pesadez Wenders» .

Se trata de una historia romántica, del encuentro de un hombre y una mujer en un coqueto hotel de la costa atlántica, que se dicen cosas tan interesantes el uno al otro sobre la profundidad de los océanos, de la vida y de la muerte que no les queda otro remedio que prendarse a lo bestia entre risas, paseos y veladas fabulosas. Pero esto nos lo cuenta Wenders en una batería de «flashbacks», pues ocurrió en su pasado reciente. El presente es otro: ella, biomatemática en una peligrosa misión en el fondo del mar, y él, ingeniero hidráulico o espía británico atrapado en un zulo de Somalia por yihadistas que lo chafan como una patata hervida…

Tres líneas del relato que hacen encaje de bolillo: la situación angustiosa de él, la situación melancólica de ella, que ignora el paradero y la situación de su amante, y la batería de «flashbacks» llenos de encanto, vitalidad y «turra» romántica que engrasa la intriga de sus males presentes. Con la precisión y la claridad que se ha expuesto aquí, la cosa parece interesantísima , y algo de ese atractivo argumental queda en la pantalla, a pesar de la gran cantidad de eco, repetición, hipos y tics que organiza la narración de Wenders, como si quisiera que viéramos (o sintiéramos) lo mismo muchas veces, como si quisiera, tal y como prevé el título, ir dejándola hundirse poco a poco. James McAvoy, el ingeniero espía, se muestra atractivo, ocurrente y vulnerable, y Alicia Vikander tiene tipo para regalar incluso de biomatemática , o sea que no va a ser culpa de ellos que «Inmersión» pese el quintal de más que pesa. El exceso de chatarra lo traía ya Wenders en los bolsillo.

De todos modos, de «Inmersión» puede tuitearse que no llega a ser un hundimiento, aunque tampoco sale a flote .

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