Rivero, en el rodaje de «Neckan»
Rivero, en el rodaje de «Neckan» - ABC

Pablo Rivero: «Cuando rodaba 'Cuéntame' pensaba 'a ver si me toca en cine para sacar todo lo que estoy aprendiendo'»

El actor presenta este fin de semana «Neckan», una película que habla de «la moral española» y en la que su personaje sostiene la historia durante los 90 minutos de metraje

Madrid Actualizado: Guardar
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Pablo Rivero tiene la teoría de que si al presentar una película solo le preguntan sobre «Cuéntame», algo falla. El actor, que esta semana presentó «Neckan» en Madrid y en Barcelona, está tranquilo: no ha habido muchas pese a que coincidía con su regreso a la serie. En «Neckan» soporta todo el peso de la película. Aparece en casi todos los planos durante los 90 minutos de metraje sin que el espectador se canse de su papel de un joven abogado con una misión vital por cumplir en Tetuán, en 1956, cuando España abandonaba la colonia.

¿Cómo llega a ti el proyecto? ¿Por qué decides hacer «Neckan»?

Mi representante me dijo que el personaje era una maravilla y que el guionista era el de «No habrá paz para los malvados». Además, de Gonzalo Tapia había visto «Lena» cuando era estudiante de cine y era un referente. Me lo leí corriendo y ví que era un regalo, me encantó. Luego me reuní con él y teníamos puntos en común.

¿Cómo trabajas el personaje?

Primero siendo consciente de que es un regalo: tener un protagonista en cine ahora lo es. Lo recibí con mucha ilusión. Además es un personaje que está en todas las secuencias, tiene toda la carga en el sentido de que tienes la responsabilidad de que el espectador va descubriendo las cosas a través de ti. Lo difícil es que cuando tienes un personaje durante toda una película puedes trabajar más en profundidad, pero de manera más sutil; pero es más arriesgado. Me refiero, cuando tienes un papel más pequeño tienes un arco más concreto y tienes tres momentos para expresar todo. Cuando tienes toda la película, al final menos es más. Esto es un plus, pero cuando vas rodando en distintos momentos, que a veces tienes la sensación de que no haces nada, tienes que estar muy seguro y tener el hilo mental muy trabajado. En el caso de «Neckan» es muy importante no solo lo que va descubriendo, sino lo que desea descubrir, lo que no querría descubrir, lo que le viene mal, bien... Y todo en un lenguaje muy minimalista, porque es un personaje muy hermético y no lo muestra. Pero yo, a la hora de trabajarlo, tenía que tener todo muy trabajado, muy claro.

¿Es tu primer papel en el que capitalizas toda la película?

No, en «Villatranquila» tenía un personaje cuyo punto de partida es similar a este. Y ahora he rodado «Paella Today», en la que también estoy en toda la película.

¿Qué se aprende siendo el que lleva todo el peso delante de la cámara?

Es curioso, porque en la serie, aunque el protagonista no soy yo, si es verdad que soy el protagonista de mis tramas. Y cuando voy a rodar grabo todas mis secuencias seguidas, y sí que he podido tener esa sensación. Cuando rodaba a veces pensaba, a ver si me toca en cine para sacar todo esto que estoy aprendiendo. Y a la inversa: «Neckan» la rodé hace una temporada, de hecho me sacaron de capítulos para poder rodarla, y luego cuando volví me habían escrito una trama muy parecida, de un personaje que quería descubrir una verdad con un antagonista al que odia pero al que se tiene que aferrar. A veces, lo que aprendo en las pelis y en el teatro lo aplico a las series.

Todo se retroalimenta y tú creces...

Esto al final favorece a la serie. Todos crecemos, además de físicamente y que nos hacemos mayores, vamos trabajando fuera y lo vamos metiendo en el personaje, que va ganando en riqueza.

¿Dónde se rodó «Neckan»? Los escenarios aportan un toque especial a la cinta

Fueron cuatro semanas en Valencia, en pueblos pequeños de allí, y una en Tetuán. Estaba pensado a la inversa, pero cuando llegaron a Tetuán a buscar localizaciones se encontraron que estaba muy modernizado. Entonce el equipo de arte y producción tuvo que ir a Valencia a hacer magia, la magia del cine. Se lo curraron mucho.

¿Le entran ganas de escribir sus propios guiones?

Empecé con cortos, y tengo dos largos y ahora en primavera va a salir mi primera novela, que la escribí en el parón, cuando estuve fuera de la serie, que aproveché para escribirla.

¿Cómo se va a titular?

«No volveré a tener miedo».

Volviendo a la película. Hay dos historias importantes en la cinta: la masonería en el Franquismo y los niños robados durante la guerra. ¿Cómo se lo explicó el director y cómo afrontó esos temas?

Yo lo afronté desde el punto de vista de que Gonzalo lleva años trabajando en esto y le había dado mil vueltas y encontró un lugar en el que los temas que quería tratar habían ocurrido y eran posibles. Además, creo que está muy bien contada, desde el thriller, el misterio. Tuvimos muchas conversaciones para explicármelo. Lo que él intentaba, y es interesante, es crear un momento de la historia donde hay un cambio: Tetuán deja de ser colonia española y cómo todo el poder que siempre ha poseído un lugar de repente piensa «¿qué va a pasar?». Y de pronto llega un forastero a abrir cajas y a preguntar «¿y esto, y esto?»... Y descubres cómo gente que tenía poder pues lo aprovechó. Aquí es la búsqueda de la verdad que defiende la película, al final cada uno tiene su verdad, y el que ha hecho cosas terribles tiene su verdad y se justifica. Al final de lo que trata es de los perseguidos que no venían bien a los que mandaban.

En plena época en la que España dejaba sus colonias…

Lo que me gusta de la película es que no es esta cosa de la Guerra Civil que siempre hemos contado, que no le quito mérito, pero está contado desde un thriller que no intenta ser muy panfletario, muy moralista. No hay malos y buenos pese a que obviamente hay acciones condenables… Pero el director no machaca, da al espectador libertad para juzgarlo. No tiene un final efectista, es un poco el antihéroe mi personaje.

¿Cómo lo hace?

Al final habla mucho de la moral española, vemos muchos temas de estos pero, ¿los aceptamos?, ¿miramos para otro lado?, decimos que esto e slo que hay.. Gonzalo no ha querido hacer una película heróica. Yo siempre digo que si hubiera sido una superproducción, Leonardo DiCaprio viajaría a Tetuán como un personaje perdido que encuentra sus raíces y al final cambia. Aquí es todo lo contrario, es un tío que está muy asentado y que lo que encuentra no le viene bien y se plantea qué hace con lo que va descubriendo.

Al hilo de de esto, no sé si le parece que la temática del cine español ha cambiado. Antes se decía que solo se hablaba de la Guerra civil, que al final se ha demostrado que era más un mito. ¿Ha habido un cambio en las temáticas, lo ha notado?

Sí, yo estoy muy contento. Y se nota en los espectadores, que está remontando la audiencia. Y ojo, creo que se han hecho muy buenas películas antes. El problema es que se tendió mucho al realismo social, a la Guerra Civil, y están muy bien contadas, pero en la escuela de teatro decíamos, vale, esto es así, pero por qué me lo quieres contar, desde dónde me lo cuentas, por qué me tiene que interesar a mí... porque para eso me leo un libro. Al final, el hecho de que haya género, como en «El desconocido», un thriller que al final te cuenta la realidad de los bancos, o en «El hombre de las mil caras» o «Que Dios nos perdone»... te hablan de realidades pero con género, y se hace más entretenido.

El director, Gonzalo Tapia, reconocido masón, ¿le ha intentado atraer a la masonería?

(Risas) No qué va. Es encantador, exquisito en el trato, pero es cero persuasivo en ese sentido. Es muy tranquilo y las cosas que sabe, las sabe de verdad y lo tiene muy asentado. Lo que me ha transmitido son detalles para la película. Por ejemplo, cuando yo encuentro la bandera de los masones, eso le pasó a su padre, que se la encontró de su abuelo y no sabía que era masón. O los discursos de la Institución Libre de Enseñanza, que son reales… Eran gente que querían cambiar el rumbo de las cosas desde la educación. Entonces no me lo ha vendido pero son cosas tan de admirar y que suenan bien que tienes puntos en común.

Como actor, ¿qué diferencias encuentra y qué le gusta más de cuando trabaja en teatro, cine y televisión?

Lo que más me gusta de siempre, de siempre, de siempre es el cine, porque me encanta ir a una sala de cine, es mi momento de evasión y disfrute desde pequeño. La televisión me encanta: las series, que consumo muchas. Y el teatro me he ido reconciliando. De pequeño no iba al teatro, de adolescente iba al cine a ver mil películas, no teatro. Pero cuando pisas un escenario y tienes la suerte de trabajar con directores y personajes increíbles, de repente tienes el gusanillo. Al final es un proyecto, con un buen director que te haga volar y que te permita experimentar cosas, que es al final por lo que te dedicas a esto.

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