Muere Yvonne Blake

La española que diseñó el traje de Supermán y vistió a Audrey Hepburn, Ava Gardner o Elizabeth Taylor

La presidenta de honor de la Academia y ganadora del Oscar a mejor diseño de vestuario por «Nicolás y Alejandra» ha muerto hoy a los 78 años

Yvonne Blake, en su antiguo despacho de la Academia de Cine, durante la entrevista que concedió a ABC el pasado verano ERNESTO AGUDO | Vídeo EP
Fernando Muñoz

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Bajo una apariencia risueña y despistada, Yvonne Blake escondía un carácter portentoso y seductor, capaz de lidiar con directores como François Truffaut, Paul Verhoeven o Milos Forman; compartir amistad con mitos como Audrey Hepburn, Ava Gardner o Elizabeth Taylor, y poner orden en una institución como la Academia de Cine , de la que dijo en 2016, cuando asumió el cargo de presidenta, que había encontrado «un auténtico caos». En apenas dos años logró el consenso en el seno de la institución, de la que era el miembro 138, y abrió sus puertas a las nuevas generaciones del cine español. Fue precisamente en su despacho, el pasado 3 de enero, cuando sufrió un ictus que le obligó a retirarse. Ayer fallecía en Madrid a los 78 años rodeada de su familia .

Su imborrable acento británico delataba una carrera y una vida en un constante viaje entre Reino Unido, España y Hollywood. Nació en Mánchester, triunfó en EE.UU. y formó una familia en España. A nuestro país llegó a finales de los sesenta, donde apuraba las puntadas de sus diseños para el wéstern «Talento por amor» y donde acabó prendida de su eterno Gil Carretero, el único que dominaba la lengua de Shakespeare de todos los españoles del equipo técnico. Apenas dos años después de ese rodaje, junto con otro Gil, el gran Parrondo, ganaba el Oscar al mejor diseño de vestuario por «Nicolás y Alejandra» (1971) , de Franklin J. Shaffner. Juntos, él como uno de los directores de Arte y ella al frente del equipo de Vestuario, levantaron sendas estatuillas. La muerte de Gil Parrondo en la Nochebuena de 2016, como la del montador José Salcedo a finales de 2017, le provocaron una honda tristeza de la que tardó en recuperarse.

En los años 80 adquirió la nacionalidad española y, como se encargaba de presumir en cuanto podía, ese era su único pasaporte, ya que renunció a la doble nacionalidad. También le gustaba hacer gala de su férreo carácter que bañaba de sonrisas. Decía su amigo Richard Lester, director de «Superman» y «Los cuatro mosqueteros» (su segunda y última nominación al Oscar), que los productores del hombre de acero estaban empeñados en recortar el presupuesto en todos los departamentos y que el único donde jamás lo consiguieron fue en el que dirigía Yvonne Blake . Ella contó decenas de ocasiones que no quería ir a recoger su Oscar porque lo pasó tan mal en el rodaje de «Nicolás y Alejandra» que era su forma de protestar. Solo su padre le pudo convencer para que fuera a la ceremonia y ella acabó por agradecer el premio a la revolución rusa con tal de no hacerlo a los hombres del equipo que trataron de boicotear a aquella joven que llegó dando órdenes .

Esa personalidad absorbente y el talento que desbordaba su enjuto cuerpo le llevaron a trabajar para los más grandes. Hizo amistad con nombres como Marlon Brando, del que aplaudía su humildad; Liz Taylor, para la que diseñó vestidos para fuera de la pantalla; Ava Gardner, que la invitó a su fiesta de cumpleaños en su punto álgido de popularidad; Sofia Loren, a la que se atrevió a vestir con ropa de un mercadillo en su primer trabajo para una gran productora con solo 25 años; y tantos otros como Audrey Hepburn, Robert De Niro, Sean Connery... Aunque su diseño más reconocible, por el que pasó a la historia, es el traje de «Superman» para la gran pantalla que lució Christopher Reeve en 1978.

Ya en España fue reconocida con cuatro premios Goya por «Remando al viento», de Gonzalo Suárez; «Canción de cuna», de José Luis Garci; «Carmen», de Vicente Aranda, y «El Puente de San Luis Rey», de Mary McGuckian. Además, en 2012 se convirtió en la primera mujer no actriz en ganar el premio Nacional de Cinematografía. Sus discursos eran siempre irreverentes y divertidos y aprovechaba esa aparente dificultad con la que hablaba español para soltar sus mejores dardos, como cuando al recoger el premio de honor del Festival de Gijón espetó: «¡Igualdad, hombre! Somos mujeres, no gilipollas» .

Ayer, el mundo del cine y la Cultura se despedían de una mujer que hizo historia. El ministro José Guirao reconocía que «Blake dio una visibilidad a la mujer en el cine que todavía es muy necesaria hoy». La figurinista, sobre ese pasado brillante, solía decir que ya no lo echaba de menos. «No me interesa mucho el pasado, hay que renovarse siempre» . Ayer, la gente que siempre estuvo a su lado se despidió de ella dando las gracias por ese legado.

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