Reproducción de la iglesia de Baler, durante el rodaje en Santa Lucía de Tirajana
Reproducción de la iglesia de Baler, durante el rodaje en Santa Lucía de Tirajana - ISRAEL VIANA

La «milagrosa» reconstrucción de la iglesia de Baler para contar la odisea española de 1898

«¡Es un trabajo brutal! Yo en mi vida, con todas las películas que he hecho, había visto jamás un decorado así», asegura Luis Tosar, protagonista de «1898. Los últimos de Filipinas»

MADRID Actualizado: Guardar
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Carlos Bodelón no pudo ir a visitar la verdadera iglesia de Baler, en Filipinas, pero la reproducción que realizó de ella en el municipio canario de Santa Lucía dejó absolutamente anonadados a todos. «Karra Elejalde me decía: "Tú no sabes lo que me ayuda a mí esta construcción a creerme mi personaje e interpretarlo"», cuenta a ABC el director de arte de «1898. Los últimos de Filipinas», la película de Salvador Calvo sobre la histórica gesta de los cincuenta soldados españoles que resistieron, durante 337 días, el asedió de los insurgentes filipinos en una pequeña iglesia a 11.000 kilómetros de casa. Todo para defender el último reducto colonial que le quedaba a España en ultramar, sin saber que el Gobierno ya lo había vendido por 20 millones de dólares a Estados Unidos.

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No solo Elejalde («Ocho apellidos vascos») estaba alucinado con la reproducción del bastión español, construido desde cero en unas pocas semanas en el municipio grancanario de Santa Lucía de Tirajana. Todo el reparto, encabezado por Luis Tosar («Celda 211») y acompañado de otros actores como Javier Gutiérrez («La isla mínima»), Eduard Fernández («El hombre de las mil caras»), Carlos Hipólito («Historia de un beso») o Álvaro Cervantes («Carlos, Rey Emperador»), llegaron a creer que se encontraban ante una construcción antigua de verdad cuando vieron la iglesia. «¡Es un trabajo brutal! Yo en mi vida, con todas las películas que he hecho, había visto jamás un decorado así», asegura Tosar.

Bodelón —que ha trabajado en superproducciones americanas como «El reino de los cielos» y «Gladiator», de Ridley Scott, además de «Julieta», la última película de Almodóvar— comenzó el trabajo de investigación meses antes. «Costó mucho encontrar un lugar parecido a Baler», subraya el Salvador Calvo. «Investigamos cómo eran las sociedades filipina y española en el siglo XIX. Después adaptamos toda esa información al guion y, por último, comenzamos a localizar los posibles sitios donde ubicar el bastión español. Santa Lucía de Tirajana acabó siendo la ubicación adecuada, con ese fondo de palmera y las montañas», explica el director de arte, que a lo largo de los dos meses siguiente fue capaz de realizar los planos de y construir la iglesia y el pueblo. «Fue un milagro», añade.

Luis Tosar, en primer plano, con una vista de la iglesia y parte del campamenro detrás
Luis Tosar, en primer plano, con una vista de la iglesia y parte del campamenro detrás- ABC

El proyecto era ambicioso: seis millones de euros de presupuesto y nueve semanas de un rodaje que les llevaría a Guinea Ecuatorial, Tenerife y, finalmente, a Santa Lucía de Tirajana, la última etapa del viaje. Mientras el equipo se encontraba en el país centroafricano rodando los grandes planos generales de espacios naturales para recrear la llegada a Filipinas —«allí tuvimos nuestra guerra en jornadas muy duras por la climatología», recuerda Calvo—, Bodelón comenzaba la construcción junto a 45 obreros y diez personas más de su equipo en el municipio Canario.

La iglesia y el poblado se ubicaron en una zona de huertos en terrazas, «un auténtico patatar», en palabras de Bodelón, por lo que hubo que realizar un trabajo de transformación asombroso. Primero tuvieron que hacer un nivelado de tierras espectacular y más tarde se dedicaron a plantar un montón de especies tropicales para igualar el verde de Filipinas, tales como plataneras, esterlizias, más palmeras y cicus benjamina.

Mientras, el resto del equipo iba rodando en Santa Cruz de Tenerife. En concreto, en la antigua estación del Jet-Foil y en El Correíllo La Palma, un vapor de principios del siglo XX cuya chimenea volvió a soltar humo 104 años después de su botadura. Explicaba Salvador Calvo a este periódico que, «mientras avanza hasta llegar a la iglesia, la película se va encerrando hasta alcanzar un ambiente claustrofóbica, de personajes». «Por eso era importante que los actores fueran muy buenos, la historia se sustenta en ellos», añade.

Javier Gutierrez, con la iglesia de Baler al fondo
Javier Gutierrez, con la iglesia de Baler al fondo- ABC

Cuando el equipo llegó a Santa Lucía de Tirajana para empezar a rodar, la iglesia se había terminado en un tiempo récord. Un edificio de grandes dimensiones cos plantas más una torre muy alta desde la que se ve todo el campamento. Con todos los rincones arquitectónicos y paisajísticos perfectamente diseñados y trabajados como al director de arte le gusta: «Como si fuese una cámara, por eso las proporciones funcionan muy bien».

«El exterior es una copia fidedigna de la iglesia original de Baler, en Filipinas. Perpetré mi venganza en el interior, una creación propia a base de inspiración. Y la escenografía tiene una magia impresionante», aclara Bodelón, que considera este como uno de sus mejores trabajos.

Durante el rodaje, un Karra Elejalde paseaba «sorprendido», con el hábito aun de su personaje, Fray Carmelo, esforzándose porque este periódico comprobara con sus propios ojos la perfección de los decorados, repitiéndo el nombre de Carlos Bodelón en varias ocasiones para que se nos quede grabado. «Es increíble el trabajo que ha hecho el director arte», insistía. «Yo mismo estoy alucinado. Estoy en la madurez creativa, que empieza a los 50», añade Bodelón entre risas.

Interior de la iglesia, en uno de los primeros planos de «1898. Los últimos de Filipinas»
Interior de la iglesia, en uno de los primeros planos de «1898. Los últimos de Filipinas»- ABC
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