Judi Dench, de jefa de James Bond a espía comunista en el Londres de postguerra

La intérprete estrena es España «La espía roja», donde se pone en la piel de una agente del KGB que durante 40 años trabajó para la URSS

Judi Dench en «La espía roja»
Fernando Muñoz

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El cine de espías es una fórmula matemática tan compleja como efectiva: un héroe, siempre con un as guardado bajo la manga, arriesga todo para acabar con los villanos. Se le pueden añadir giros de guion y otros trucos, pero los arquetipos se mueven entre la elegancia de James Bond , la brutalidad de Jason Bourne o la sensualidad de las mataharis. La realidad, sin embargo, no es tan esquemática. Y desde luego tiene muchos menos añadidos superficiales.

Melita Norwood no se cruzó con James Bond en las fiestas de las embajadas ni en los casinos. Tampoco cruzó disparos huyendo de sus enemigos ni torturó a un rival en los sótanos de un piso franco. Y aún así les ganó a todos. Melita Norwood ayudó, desde su casa a las afueras de Londres, a que la Unión Soviética igualara la carrera nuclear con Occidente . Sus filtraciones a la KGB durante más de cuarenta años, desde 1937 hasta 1979, «permitieron que Stalin supiera más sobre la marcha de la bomba atómica británica que los mismos ministros del Gobierno Atlee», según las crónicas de su detención.

La anodina vida de esta anciana espía la traslada a la gran pantalla Judi Dench, que estrena enEspaña «La espía roja». La actriz se mete en la piel de Melita en sus años de retiro, donde vivía con su marido y cuidaba a sus nietos y bisnietos con la sombra de un pasado que enterró durante 20 años, hasta que fue detenida en 1999. Frente a ella, la joven actriz Sophie Cookson recrea los intensos años de la espía trabajando en la Asociación para la Investigación de Metales no Ferruginosos, desde donde sacaba la información que su enlace enviaba al Kremlin . «Hola», el pseudónimo con el bautizó la agencia soviética a Melita Norwood, jamás hubieran sido descubiertas de no ser por un ¿error? de un compañero de agencia que huyó a Reino Unido tras la caída del Muro de Berlín.

Es imposible no pensar en espías británicos y que la imagen de Judi Dench no salte como un resorte. La actriz, de 84 años, ha sido la jefa de James Bond desde 1995, en «Goldeneye», hasta 2012, «Skyfall». En el papel de «M» ha dado órdenes a Pierce Brosnan y Daniel Craig con la misma contundencia con la que en «La espía roja» se pasa al bando socialista. Lo hace porque, pese a su veteranía, la retirada no es una opción: «No me atrevo a rechazar un papel por si es el último que me ofrecen», contaba la intérprete a ABC en un encuentro de medios que celebró en el pasado Festival de San Sebastián .

Pese ha haber hecho todo en el mundo del teatro –debutó como Ofelia en «Hamlet» en el Old Vic Theatrey hadeclamado los textos más importantes en los escenarios ingleses– y de triunfar ya en la madurez en el cine, no despega los pies del suelo ni un milímetro: «Nunca jamás debes olvidar que tu personaje lo pueden interpretar igual de bien otras actrices, que tú nunca eres la definitiva para ese papel», contaba sin que pareciera una actitud impostada o falsa modestia. Y eso que podría pontificar desde el altar de quien ha hecho y ganado todo con suficiencia, como cuando se llevó el Oscar a mejor actriz secundaria tras salir solo ocho minutos en «Shakespeare in Love», de 1998.

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La espía roja

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Los «flashes» y las alfombras rojas no han desviado del camino a Judi Dench. Una estrella que nunca ha entrado en el juego de la fama más allá de su trabajo sobre un escenario o en el celuloide. Viuda desde el año 2001, tras 30 de matrimonio, se trasladó a vivir a su casa de campo a trescientos kilómetros de Londres. «No me considero una mujer poderosa, no tengo poder alguno, solo espero que alguien me llame para darme trabajo», confesó la intérprete, que ha participado en cerca de 80 películas, dando vida a personajes como «M», la jefa de James Bond; la reina Isabel I en «Shakespeare in Love» o Bárbara en «Diario de un escándalo». Y eso que un productor, en uno de sus primeros cásting, le aventuró un futuro que afortunadamente no se cumplió:«He jurado no decir jamás su nombre, pero me dijo: “Nunca harás una película porque tienes todo mal en la cara… Gracias por venir”», contó en San Sebastián entre carcajadas.

El fin de MelitaNorwood coincide con el arranque de «La espía roja». El personaje de Judi Dench comparece ante los medios de comunicación contando el secreto que ha ocultado toda su vida: fue agente del KGB cuarenta años. Pero lo hizo, cuenta, porque si no hubiera habido igualdad entre los rivales de la Guerra Fría, la destrucción mutua estaba asegurada:«Creo que, si repasan la historia, verán que tenía razón», sentencia.

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