Humphrey Bogart«Tócala otra vez, Sam» o cómo amansar a la fiera de Humphrey Bogart

Este sábado se cumplen 60 años de la muerte del actor de «Casablanca»

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«Iba directo al grano. Nada de quizá. Sí o no. Le gustaba beber. Bebía. Le gustaba navegar. Navegaba», escribía Katharine Hepburn sobre Humphrey Bogart, su compañero en «La reina de África», la única película que le valdría un Oscar al intérprete. Y no podía estar más en lo cierto. Bogart se forjó una imagen de galán inalcanzable, de tipo duro, inquebrantable, de gángster pegado a un cigarrillo y al martini. Pero esa fachada de rostro severo y planta intachable, siempre serio, permitía solamente un resquicio con su cercano apelativo, Bogie, y por un papel que, por puro márketing, se vendió que interpretaría Ronald Reagan. Eso y un par de notas al piano en una ciudad en Marruecos.

A Lauren Bacall, la actriz de los ojos de gata que conquistó al mujeriego con 19 años, no le faltaba razón al considerar que «las frases del filme se citan tanto que forma parte de la jerga popular», cuentan Héctor y David Sánchez en «Kubrik en la luna y otras leyendas urbanas del cine» (Errata Naturae, 2016).

Y sobre todo una. «Tócala otra vez, Sam». La frase más manida de «Casablanca» que, en realidad, nunca se pronunció en la película. Pero aún así se convirtió en un emblema, en el único indicio de la hasta el momento invisible fragilidad de Humphrey Bogart, a través de su personaje, Rick.

Sam, el gran amigo de Rick en la película de Michael Curtiz, ese con el que el protagonista puede ser él mismo, se resiste a tocar al piano «As time goes by», la canción prohibida, cuando Ilsa (Ingrid Bergman) se la pide. «Sam conoce perfectamente cuál es la canción capaz de hacer que Rick se desmorone y, por eso, cuando Ilsa aterriza en Casablanca, se niega a interpretarla», explican en el libro. Pero termina haciéndolo. Y Bogart aparece en escena hecho una furia. Y los antiguos amantes se reencuentran. La vieja herida se reabre, y el mito baja a la tierra, reconvertido en un hombre de carne y hueso, capaz de sentir y, sobre todo, sufrir.

-Rick: ¿Qué estás tocando?

-Sam: Una canción que he compuesto.

-Rick: Para, ya sabes lo que quiero escuchar.

-Sam: No lo sé.

-Rick: La tocaste para ella, tócala para mí.

-Sam: Bueno, es que no la recuerdo bien.

-Rick: Si ella la resistió, yo también. ¡Tócala!

Pero la canción que humanizó al gélido Humphrey Bogart estuvo a punto de quedar excluida en la icónica película. Max Steiner, autor de la banda sonora de «Lo que el viento se llevó» y ganador del Oscar por «La extraña pasajera» fue el elegido para escribir la música de «Casablanca», pero prefería descartar la famosa canción, e incluir una compuesta por él mismo. En realidad no todo era ego, el músico no soportaba esa melodía. Por suerte para la memoria cinéfila, que aunque en ocasiones, frágil por el paso del tiempo, tiende a modificar secuencias, la cadencia de «As time goes by» permaneció en el metraje. Intacta salvo las primeras notas.

Sam no volvió a tocar otra canción

El capricho de Steiner implicaba volver a rodar algunas escenas, lo que le faltaba a una película cuyo director, húngaro, hablaba un inglés macarrónico, cuyo libreto pasó por varios pares de manos antes de ganar el Oscar a mejor guión adaptado, y cuyos protagonistas, cuenta la leyenda, a pesar de la química en pantalla, no se soportaban.

Pero el corte de pelo de Ingrid Bergman para «Por quién doblan las campanas» frenó cualquier plan para cambiar la canción, y Sam no volvió a tocar otra que no fuera esa. «Algo debía de tener para despertar tanta atención», terminó admitiendo Steiner.

«Precisamente, fue Casablanca la que rompió con la imagen que se tenía de Bogart. La película demostró que Bogie no era tan duro como lo pintaban que detrás de aquella fachada se escondía un auténtico sentimental», analizan los autores de «Kubrick en la luna…». «As time goes by» no solo fue la canción que Sam tocó una vez más, fue la música que amansó a una fiera como Humphrey Bogart.

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