Festival de San Sebastián 2019

La «odisea» del clan de los Darín frente a la crisis del corralito

Padre e hijo producen y protagonizan «La odisea de los giles», una comedia del drama de la crisis argentina

Ricardo y Chino Darín protagonizan «La odisea de los giles»
Fernando Muñoz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Si en 1968 Stanley Kubrick conjugó su odisea del espacio en futuro perfecto, «La odisea de los giles» que propone ahora Ricardo Darín habla en pasado imperfecto . Ambas viajan al 2001, solo que en ese año el presente de Argentina no estaba en las estrellas sino en el corralito que convirtió en un infierno terrenal la vida de los argentinos, entre ellos los protagonistas de la comedia que el intérprete presentó ayer en el Festival de San Sebastián . Más allá del título y del par de ocasiones en las que suena el vals de Johan Strauss, «La odisea de los giles» comparte poco con la cinta de Kubrick. Porque aquí estamos ante una historia de venganza, o al menos de «reparación», según apostilló el propio Ricardo Darín durante la entrevista con ABC.

Los «giles», algo así como «pardillos» en el lenguaje popular de aquellas latitudes, son en la película una banda improvisada de maleantes que se las ingenian para recuperar el dinero que perdieron con el corralito debido a la sucia jugada de un banquero local. Porque antes de planear el golpe de siglo -no hay nada más cinematográfico- esta pandilla de «pringados» no eran más que un grupo de gente corriente, ordinaria en todos los sentidos, que se unió para montar una coperativa con los ahorros de toda una vida de honradez. Giles, dice Darín, somos todos: «Los ciudadanos del mundo somos giles en general, confiados. El ciudadano asediado por la burocracia, el que tiene que agachar la cabeza, el de “pague primero y hable después”.... Eso sucede en todas partes, pero con el corralito se perdieron vidas, familias, dinero... El dolor fue muy grande, no solo en lo económico», sentenció el protagonista de «Relatos salvajes», donde su personaje de «Bombita» no hubiera desentonado aquí.

Un golpe para un cambio

Ese «dolor» del que habló Darín lo sienten pronto los protagonistas, un «puñetazo en los dientes» que les hace despertar . Sin embargo, en la vida real apenas se despertó nadie: «Hay una herramienta con la que cuenta el poder, y es con nuestra domesticación. Estamos domesticados. Acatamos, obedecemos, cumplimos las normas... De eso habla la película, de que la gente honesta, trabajadora , cree que el mundo funciona bien así, solo que en el medio hay algunos que conocen atajos que los giles no conocemos», reflexionó el actor argentino.

«La odisea de los giles», que por cierto ha arrasado en las taquillas de su país, tampoco pretende ser ese golpe que saque a nadie del letargo: «El arte en general puede ayudar a que la sociedad reaccione, que las mentes se pongan en funcionamiento, pero pedir que sea la llama que prende la antorcha es un poco demasiado pretencioso», explicó el actor, muy lejos de las teorías anarquistas de uno de los miembros de la banda -que discute recurrentemente con un peronista- de prender fuego a todo: «El anarquismo no es una opción, no necesitamos más desorden, necesitamos otro orden. Parece que todo está mal, pero no es así. Hay que reflexionar sobre las normas estipuladas, sobre las leyes que ya hay».

Un argentino muy local

En el tercer año consecutivo que visita San Sebastián , el cineasta argentino se mueve con la soltura de un local. Cómodo y relajado, la charla con los periodistas se convierte en todo menos en una entrevista al uso. Más cuando Chino Darín se suma con las mismas formas de su padre. Juntos han producido «La odisea de los giles» y se han dado el lujo de coincidir por primera vez en la gran pantalla. «¿Cómo está tu padre?», pregunta Ricardo nada más sentarse al lado de Chino. «Bien, le manda saludos», responde el hijo en automático con la premura de quien ha escuchado la misma broma décadas.

Ese humor lo comparten con el director, Sebastián Borensztein –al que Ricardo Darín saluda en broma como un fan para decirle que no le ha gustado su última película–, y se cuela en la tragedia de estos giles del corralito. «El humor es una herramienta de defensa y de ataque, y también un bálsamo. En casi 20 años, en Argentina este tema fue tabú. Por eso ahora lo afrontamos en este tono. Las sociedades necesitan tiempo, porque no solo hubo un colapso, también gente que perdió a su familia, que se tuvo que ir... Hay dolor acumulado», explicó Ricardo. «Pero no hay humor sin drama», sentenció Chino.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación