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De izqa a dcha: el director Todd Haynes, el actor Jaden Michael, la actriz Michelle Williams, la actriz Julianne Moore, la actriz Millicent Simmonds y el escritor Brian Selznick posan antes de la proyeccción de la película 'Wonderstruck' - EFE

Festival de CannesHaynes y Zvyviaginstev coinciden en la infancia huida

El cine de dos prepotencias mundiales, la americana y la rusa, ha inaugurado este jueves la lista de películas a competición en Cannes

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El cine de dos prepotencias mundiales, la americana y la rusa, ha inaugurado este jueves la lista de películas a competición, y contenían tanto o más ideario común que sus líderes políticos. El ruso descreído Andrei Zvyagintsev, con «Nelyubov» (Sin amor), y el americano escrupuloso Todd Haynes, con «Wonderstruck», presentaron dos ejemplares perfectos de cine emotivo, apasionado y crujiente cuyos personajes protagonistas son niños de doce años, esa edad en la que se ha dejado de ser lo que se era y todavía no se es lo que se será, y que viven el trauma de la familia astillada.

Durísima en su retrato familiar y social la de Zvyagnitsev, con un matrimonio enfrascado en uno de esos divorcios en los que supura la crueldad, el desprecio y, de rebote, la infelicidad de ese hijo que llora a escondidas el apocalipsis de su niñez y de su vida en familia.

La invisibilidad de ese hijo para sus padres se transforma, en el guion, en una desaparición real, y la historia consiste en su búsqueda. El portentoso director ruso, tan admirable en obras como «Leviatán» o «Elena», consigue impregnar de retorcimiento el interior de su historia con un tratamiento visual admirable, sorprendente, con imágenes poderosísimas de naturaleza torturada, bosque atormentado, troncos dolientes, y con un fondo terrible en las relaciones personales de los personajes (el trato entre ellos es realmente bochornoso) y las sociales y bélicas del gran personaje, Rusia (continuo subtexto sobre Ucrania).

Todo queda expuesto sin sutilezas en este «Sin amor», y tal vez podría reprochársele al director que sabiendo producir una intriga tan acongojante no quiera o no sepa desgranarla, y proponga un desenlace tan abierto como traumático.

Justo lo contrario es lo que provoca Haynes con su preciosísima doble historia en «Wonderstruck», la de una niña sordomuda en la década de los años veinte y la de un niño accidentalmente sordo en la de los setenta, que el guion irá puntuando de modo paralelo y dejando rastros y sentimientos entre uno y otro, ambos huidos a Nueva York en busca de referencias paternales.

Esa capacidad inigualable de Haynes para empapar de época y buen gusto su cine («Carol», «Lejos del cielo»…) produce aquí un magnifico pulso visual entre los dos tiempos de ese Nueva York, en blanco y negro, en color y musical. Y aunque el atado de hilos narrativos en el guion, ese enternecedor lazo entre las dos historias y sus protagonistas, deja ver el nudo con antelación, se construye el puzzle sentimental con gran eficacia y emoción.

Todd Haynes es un cineasta muy admirado por Almodóvar, y aunque «Wonderstruck» no participe del universo melodramático del gusto del director manchego, hay que dejarlo en salazón para que aguante sin caducar hasta el final, por si acaso.

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