Eduardo Casanova: «Nadie me hablaba en clase. Era el raro y no precisamente por ser gay»

«Pieles», el primer largometraje dirigido por el actor que dio vida a Fidel en la famosa serie de «Aida», ha sido seleccionado para el Festival de Cine de Berlín

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ha sido un «shock» para Eduardo Casanova (Madrid, 1991) que su primer largometraje como director, « Pieles», haya sido seleccionado para la 67 edición del Festival de Berlín. Se trata de una ópera prima sobre «gente deforme» con problemas para encajar en la sociedad, en la que el actor que dio vida a Fidel en la famosa serie de « Aida» se ve reflejado. «A mí en la escuela, con ocho años, nadie me hablaba. Era el puto raro de clase y no precisamente por ser gay, sino por ser raro. Por eso, que uno de los festivales de cine más famosos del mundo escoja esta historia es muy emocionante para mí», cuenta a ABC el joven realizador.

Para su puesta de largo —después de haber dirigido una serie de cortos, uno de los cuales, « Eat The Shit», inspiró esta película—, Casanova ha contado con la producción de Álex de la Iglesia y con actores de la talla de Candela Peña, Carmen Machi, Macarena Gómez, Ana Polvorosa, Secun de la Rosa o «el hombre más guapo del mundo», Jon Kortajarena.

—¿Hacer esta película fue una necesidad personal para usted?

—Para los que tenemos la ambición de contar historias en el cine siempre es una necesidad, un acto catártico que necesitas para entender cosas de tu propia vida. Y yo siempre he sido bastante friqui, el alumno complicado de clase, el que no aprobaba y que tuvo que dejar el colegio pronto. Por eso ha salido «Pieles», claro.

—¿Tan raro era?

—Todo lo raro que son los personajes de «Pieles». Y no por mi orientación sexual, sino porque entendía las cosas de otra manera, me costaba relacionarme, no aprobaba ni una, vestía diferente… en todo. De todas formas, yo creo que de pequeños todos somos raros y, con la edad, nos hacemos normales para ser aceptados. A mí eso siempre me costó mucho y preferí seguir mi camino.

—¿Nunca llegó a ser traumático?

—Llevar una vida tan diferente a la gente de mi edad era complicado, pero estoy sanísimo mentalmente. Para ayudarme en este camino de aceptación y sentirme dentro de algo, a mí lo que me ayudó fue escribir y dirigir. «Pieles» es la pastilla que yo me he tomado para entender lo que supone ser diferente. Me haría ilusión que se proyectara en los institutos.

—¿Por qué quiso convertir el tema de su corto «Eat my shit» en un largometraje si ya los había tratado?

—En el cortometraje solo hay un personaje y creo que, cuando se habla de minorías, hay que ser lo más plural posible. En «Pieles» se habla de muchas personas.

—¿Pero es una comedia?

—Todo lo contrario. Creo que se acerca más al drama social contado desde un punto de vista estético y preciosista. El humor que tiene se puede parecer a la típica risa nerviosa que te entra ante una situación incómoda. Pero en realidad es una película dura.

—¿Por qué lo físico importa tanto en la sociedad?

—No lo sé, pero nos condiciona a un nivel muy «heavy», hasta el punto de que las nuevas generaciones quieren cambiar su aspecto físico para pertenecer a algo. Yo defiendo lo contrario, que hagas con tu cuerpo y tu mente lo que quieras, aceptarlos o no, pero no tienes porque seguir las normas establecidas. No tienes que ser una chica joven, ni tener unas medidas de 90-60-90, para tener un trabajo y no importa que tengas una malformación para pertenecer a las redes sociales. Ese es el mensaje que quiero dar, que todos tenemos cabida. Eso hace que se me salten las lágrimas.

—Hay que ser atrevido para conseguir a un modelo tan cotizado como Jon Kortajarena para la película y transformarle la cara hasta afearle.

—Por eso precisamente propuse a Jon, porque se dedica a vender su impresionante físico. La figura malformada de una de las personas más guapas del mundo sacaba a relucir el hecho de que lo más importante del modelo no es precisamente su físico. Así que le quitamos la cara como al resto de los actores. No vais a conocer a ninguno en «Pieles».

—¿Discutió con Kortajarena sobre la dictadura de lo físico en la vida real?

—Él entendió perfectamente el mensaje crítico de la película. No solo no chocábamos, sino que estábamos de acuerdo. Estoy deseando que Jon hable en este sentido.

—¿Cómo ha sido el trabajo de transformación física de los personajes?

—Por un lado, en la película hay actores malformados realmente, como Lle Godoy, Vanesa Redondo, que tiene una enfermedad rara por la que crece de edad, pero no de cuerpo; o Ana María Ayala, con acondroplasia, causante del enanismo. También participa Gigi Boom [conocido como «Ken Barbie», operado de distintas partes del cuerpo para parecerse a diferentes personajes]. Ha sido toda una experiencia encontrarlos y escuchar sus historias. Y por otro lado, están actores que han sido transformados con moldes protésicos.

—¿Ninguno de estos últimos se quejó de su aspecto?

—Lo que no entiendo es que no se han quejado más, porque había actores que tenían siete horas de maquillaje, con cuatro kilos de silicona tapando todos los poros de su cara. Otros no podían ver, porque las prótesis les tapaban los ojos y vivían ciegas. Ana Polvorosa, por ejemplo, no podían comer durante las 16 horas de rodaje. Ha sido muy duro para ellos. Me emociono pensando en esto, porque esa transformación artificial ha conseguido que estos actores no solo entiendan a las personas que de verdad sufren estos problemas en la vida real, sino que hicieran el mejor trabajo de sus carreras.

—Un rodaje así habrá provocado muchas situaciones surrealistas.

—Todo era muy surrealista. Nos sentábamos a comer y tenía a Ana Polvorosa sentada a mi lado intentando meterse la comida por dentro del ano que le habían colocado en la cara. O a otra actriz con la prótesis tapándole los ojos, mientras trataba de coger los cubiertos y se caía. Y al hombre más guapo del mundo malformado, sin que nadie quisiera sentarse a su lado. Ha sido mágico.

—¿Echa de menos en España valentía en cuando a los temas de las películas?

—Creo que cada vez somos más conscientes de la crisis de contenidos que estamos viviendo e intentamos innovar para cambiarlo. Yo amo a España y aquí hay grandes talentos, solo necesitan oportunidades. Pero también entiendo perfectamente cómo funciona el mundo y la industria. Imagínate una clase de un colegio en la que está el matón, el empollón, el gordito, el gay y el raro. Pues en el cine pasa lo mismo, somos una gran clase en la que tiene que haber de todo.

—¿Que Netflix haya comprado la película ha dado para cubrir los gastos?

—Ha sido una pasada poder sentarme a escribir la película sin pensar en nada más, teniendo a personas con mucho talento como Alex de la Iglesia y Carolina Bang que saben gestionar el dinero. No he tenido que preocuparme como en mis cortos, pensando en si me arruinaba o no. En esta película no controlo el presupuesto y no me interesa el dinero. ¿ Que la comprase Netflix? Fue un super subidón, porque, de nuevo, una gran plataforma como esa nos da cabida a los diferentes. Esta visibilización de lo diferente es el éxito de la película.

Ver los comentarios