El declive imparable de Linda Blair

Se convirtió en un mito en 1973 gracias al papel de la niña poseída por el diablo en «El exorcista», papel que arruinó su vida

El equipo de maquillaje de «El exorcista» invertía cuatro horas diarias en caracterizar a Linda Blair
Pedro García Cuartango

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Su declive fue tan rápido e inesperado como su ascenso. Linda Blair logró convertirse en un mito del cine a los 14 años cuando protagonizó el papel de la niña poseída por el diablo en El exorcista , la película dirigida por William Friedkin que sobrecogió a muchos millones de espectadores.

Corría el año 1973 y su interpretación fue aclamada por la crítica. Nominada para el Oscar a la mejor actriz de reparto, no logró el premio pero sí obtuvo el Globo de Oro por un trabajo que exigía no sólo una profunda transformación física sino hablar con un sonido gutural y proferir obscenidades. Cada día tenía que dedicar cuatro horas a maquillarse.

Pero en lugar de marcar el comienzo de una brillante carrera, su intervención en El exorcista arruinó su vida. Pocos días después del estreno, uno de los mayores éxitos de taquilla de la historia del cine, empezó a recibir amenazas de muerte de fanáticos que confundían la ficción con la realidad. Warner Bros, la productora, la protegió con guardaespaldas mientras se veía obligada a huir de un domicilio a otro.

Un año después, comenzó una relación sentimental con el cantante australiano Rick Springfield, diez años mayor que él. Se separaron cuando todavía Linda era menor. La actriz conoció entonces al músico Rick James, que le introdujo en el mundo del sexo y las drogas.

Cuando tenía 19 años, fue detenida por tráfico y posesión de cocaína y pudo eludir una pena de tres años de cárcel mediante la libertad condicional que le concedió el juez a cambio de someterse a un programa de rehabilitación y de prestar servicios sociales.

En 1977, un año antes de este episodio, había vuelto al cine para interpretar la segunda parte de El exorcista, titulada El hereje. Pese a las expectativas, fue un absoluto fracaso con críticas implacables que se burlaban de ella. Su carrera ya nunca se recuperó aunque volvió a hacer otras películas como Roller Boogie (1979), dirigida por Mark Lester.

Linda Blair logró abandonar definitivamente su adicción a las drogas gracias al tratamiento médico, pero cayó en una fuerte depresión que motivó que fuera internada en un hospital psiquiátrico.

En los años 80, participó como invitada en algunos capítulos de Perry Mason y Vacaciones en el mar, pero su declive ya era imparable. Para remontar su racha de desgracias, posó desnuda para la revista Play Boy. Quería demostrar que mantenía su atractivo físico. No le sirvió de nada porque ya era una figura maldita en Hollywood. Eso sí, pudo trabajar en algunas series marginales de televisión y en películas de muy bajo coste.

Tras abandonar el espectáculo, Linda Blair volvió al mundo de la equitación, ya que, desde niña, la pasión de su vida eran los caballos. También creó una colección de ropa y escribió un libro de recetas para vegetarianos. Y, por último, promocionó una fundación para la protección de animales abandonados. Hoy parece haberse recuperado de las desgracias acarreadas por aquella película.

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