El buen maestro

El reto de sobrevivir en el instituto más conflictivo

Olivier Ayache-Vidal estrena «El buen profesor», una crítica sobre la educación basada en una escuela real y protagonizada por alumnos del propio centro

Denis Podalydès protagoniza junto a Abdoulaye Diallo «El buen maestro» ABC
Alex Jiménez

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Imagínese ser un reconocido profesor de una prestigiosa escuela de su ciudad, en la que nadie le rebate nada y dónde es usted una eminencia. Y de la noche a la mañana, pasar a enseñar en uno de los centros educativos más conflictivos de su país, en el que nadie le conozca de nada y no se le respete. Bajo ese conflicto estrena Olivier Ayache-Vidal (París, 1969) su primer largometraje, «El buen maestro», una tragicomedia muy humana sobre un reto complicado al que debe hacer frente el célebre docente François Foucalt, al que da vida el reputado Denis Podalydès, con una premisa de doble rasero: reinventarse o morir.

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El buen maestro

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«En los años en los que fui reportero fotográfico, me gustaba llegar a un sitio, observar, buscar, descubrir un tema y trabajar sobre él. En mi película, quería hablar sobre el problema real de educación que existe en Francia, pero como no soy un profesional en el campo, pensé en cómo viajar al núcleo del sistema y ver lo que allí ocurría. Y verdaderamente, hay escuelas que son muy conflictivas». Ayache-Vidal, que trabajó varios años como fotógrafo para UNESCO y la agencia Gamma, presenta con ese alegato su estreno en la gran pantalla y que protagoniza Podalydès, que con casi 125 trabajos a sus espaldas es uno de los intérpretes franceses más icónicos del mundo.

Al actor se unen en el reparto los peculiares alumnos del Collège Barbara de Stains, un centro de los suburbios de París en el que está inspirado el filme. «La vida en esa escuela es como se ve en la película. Los actores son los alumnos del colegio, que viven en ese sitio, en ese extrarradio. No es un decorado», cuenta Ayache-Vidal, que incide en la idea de su filme. «Quería hablar sobre la educación a través del punto de vista de ese profesor que pasa de un colegio a otro que, a pesar de estar en la misma ciudad, son tan diferentes entre sí », comenta el cineasta en base a una de las problemáticas principales que observa en su país. «Creo que habría que invertir el doble de dinero en educación de lo que se hace», rubrica.

Para el director, su película es un homenaje a los docentes. «Los profesores que la han visto se identifican al 100% con lo que cuento» enfatiza, aunque va más allá y aplica el valor de la enseñanza a cualquier ámbito, como el fútbol . «Si un entrenador pone a un niño delante del portero y éste se deja encajar gol dos veces seguidas, el chico que dispara está tan convencido de que va a marcar también al tercer intento que, por mucho que el portero, ahora sí, quiera pararla, no va a lograrlo. El poder de la mente es impresionante».

El cineasta estampa a la perfección la realidad de su filme a través de los ojos de su protagonista. «Al llegar al nuevo centro, y a pesar de su dilatada experiencia, el profesor se da cuenta de que debe cambiar y buscar el mejor método para que los alumnos se interesen por el curso, llegando incluso a cuestionarse sus propias maneras de enseñar. Si yo tuviera que impartir un curso de cine y a mis alumnos no les interesase mi clase, no pensaría que son unos idiotas, sino que igual el problema lo tengo yo», argumenta al respecto sobre el maestro de su película y su grupo de impertinentes alumnos, envueltos en absentismo escolar, gamberradas, malas costumbres e incluso trapicheos con las drogas .

En ese sentido, Ayache-Vidal es claro. «Hay veces en las que tienes que cambiar y pensar en el porqué de lo que haces no funciona. En Francia, la gente mayor dice: “Antes tenía principios. Ahora soy padre”. Con el tiempo, es una expresión que terminas comprendiendo», asegura el director. De entre todos los niños del largometraje, destaca uno: el desgarbado Seydou, al que interpreta Abdoulaye Diallo y que coprotagoniza la cinta junto a Podalydès. «El casting lo hicimos en el propio colegio. Y en cuanto le vi, supe que le daría ese papel. Tiene unas expresiones buenísimas para la interpretación, puede hacerte reír y llorar. Y la personalidad del chico, además, se corresponde muy bien con su papel. Aunque ha sido muy fácil trabajar con todos ellos», señala.

El profesor, así las cosas, trata de inculcar un método de trabajo totalmente nuevo en un centro en el que casi todos sus compañeros han tirado la toalla. Un problema que trasciende más allá de la ficción y que existe también en la vida real. «Hay profesores que no quieren cuestionarse a sí mismos. Que dicen: “¡Estos alumnos son idiotas, no puedo hacer nada por ellos!”. Pero lo fácil es rendirse. Hay una frase en mi película que dice que no existe el mal alumno. Y es muy cierta, porque hay que conseguir interesarles. Aunque no solo un día, sino todos», argumenta el cineasta, que se enfoca más en la trama educativa que en la propia historia personal del profesor, escarceos amorosos incluidos.

«El buen maestro» es el primer proyecto en la gran pantalla del cineasta, que antes había hecho varios cortometrajes. El tercero de ellos, «Mon dernier rôle», ganó en 2006 en los festivales de comedia de Meudon y Montreal. «Igual la educación no es el tema ideal para hacer mi primera película, pero sí es algo que todo el mundo conoce. Al fin y al cabo, y mejor o peor, ¡todos hemos ido al colegio! », argumenta sobre su película, que presenta similaridades con otras como «Escuela de rock», la exitosa «El club de los poetas muertos» y dos clásicos franceses: «Los chicos del coro» y «La clase».

Aunque el filme de Ayache-Vidal, pese a su aparente parecido, es diametralmente opuesto a «La clase», pues se centra en el énfasis de un profesor por seguir haciendo lo que quiere más que en su derrota y frustración por no poder inculcar sus conocimientos a los niños. En su estreno en España, el destino ha querido que coincida en las salas con «Una razón brillante», otro filme francés de temática similar. Sin embargo, el cineasta no cree que la coexistencia de ambas sea un problema en taquilla. En Francia, de hecho, «El buen maestro» gustó tanto que las semanas posteriores a su lanzamiento en cines «tuvo más éxito» entre los espectadores que en la del estreno.

Años antes de dirigir a Podalydès, «un grandísimo actor», Ayache-Vidal se puso al frente de Omar Sy en su cortometraje «Coming-out» . El intérprete no había saltado aún al estrellato con «Intocable». De hecho, el corto que hicieron juntos fue «el primer rodaje» para cine del actor. «Años más tarde, después de “Intocable”, me dijo que le había sido muy útil en su trabajo el corto que hicimos juntos. Y me dio una alegría inmensa. La gente me decía en broma que yo le había descubierto», cuenta el cineasta. Quién sabe si ahora «El buen maestro» servirá para revelar el talento cinematográfico de alguno de los alumnos del Collége Barbara de París, un centro tan conflictivo como a ratos entrañable.

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