La biógrafa que se inventó la vida de los famosos

Melissa McCarthy protagoniza «¿Podrás perdonarme algún día?», una historia basada en hechos reales que acumula cinco nominaciones para los Oscar de este domingo

Melissa McCarthy en «¿Podrás perdonarme algún día?»
Lucía M. Cabanelas

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La teoría del iceberg de Ernest Hemingway o la ironía refinada de Dorothy Parker , la escritora de la generación perdida norteamericana que prefirió Nueva York antes que fugarse, como él, a París. Cuanto más elevada fuera la personalidad, más se cotizaría en el mercado. La escritora Lee Israel no tuvo reparos en robar su estilo, sus vidas, para salvar la suya propia.

Una vida que pasó, para la biógrafa de famosos que interpreta la nominada al Oscar Melissa McCarthy en «¿Podrás perdonarme algún día?» , del todo a la nada en cuestión de un suspiro. De publicar en la revista Esquire un perfil sobre una Katharine Hepburn devastada tras la muerte de Spencer Tracy a la bancarrota; de encabezar las listas de libros más vendidos a ser relegada al final de las librerías. Ni sus éxitos literarios -la biografía de la actriz Tallulah Bankhead o la de la reportera del mundo del espectáculo Dorothy Kilgallen- salvaron su carrera cuando lo intentó con una biografía no autorizada de la empresaria de cosméticos Estée Lauder , que esta boicoteó condenándola al más amargo ostracismo. Su agente no contestaba a sus llamadas, dejaron de invitarla a las fiestas más elegantes y era incapaz de conseguir un trabajo. De pronto, se encontró viviendo en la miseria, rodeada de libros mohosos de una época pasada y de su querido gato Jersey.

Una caída en desgracia que retrata el filme dirigido por Marielle Heller y que depura la cómica McCarthy: Israel se convirtió en una mujer solitaria con serios problemas con el alcohol , incapaz de costear una emergencia de su querido gato. Desesperada, vendió una carta que Hepburn había escrito al desaparecido amor de su vida. Los 200 dólares que le ofrecieron por la misiva avivaron su ingenio, y la llevaron por un terreno hasta entonces inexplorado: el de la tinta, pero también el del crimen. Comenzó entonces su delictiva trayectoria como falsificadora de éxito, como ladrona e imitadora de las cartas y ocurrencias de los famosos a los que admiraba. Vio que podía ganarse la vida vendiéndoselas a coleccionistas, y se sumergió en una espiral de crímenes, robos y engaños .

Todo empezó con Fanny Brice. Israel estaba documentándose para escribir su biografía cuando descubrió dos cartas de la pionera del cine y del teatro en una biblioteca pública. Las robó y vendió. Desde entonces, inventó correspondencia falsa de grandes artistas, como Parker, Hemingway, Noel Coward, Louise Brooks o George S. Kaufman. Depuró su técnica y hasta llegó a comprar multitud de máquinas de escribir para emular las cartas de diferentes épocas. Su estilo era tan meticuloso que ni siquiera los expertos detectaron su estafa. Pero sí el FBI, con los que jugó al «Atrápame si puedes» hasta que fue condenada a seis meses de arresto domiciliario con cinco años de libertad condicional. Aún así, Lee Israel siempre tuvo claro que, por reprobable que fuera, su estafa merecía cierto reconocimiento: «Todavía considero que las cartas son mi mejor trabajo» , reconoció en su autobiografía, convertida paradójicamente en «best seller», y cuyo título coincide con la película.

Sus imitaciones, además de un delito, fueron dignas de la admiración del agente del FBI que la investigó, Carl Burrell, que en el obituario de la escritora llegó a calificar su trabajo como «brillante» y señaló como su favorita una carta de Hemingway quejándose sobre el papel de Spencer Tracy como protagonista de la adaptación cinematográfica de «El viejo y el mar».

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