Las Plantas (**): A falta de turbación, masturbación

«Las Plantas» ha irrumpido en la escena con ansia ruidosa al incluir, sin demasiado sentido, unas escenas de masturbación masculina a pecho descubierto

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La primera película del joven director chileno Roberto Doveris contiene algunas de las cualidades del cine debutante, como la intensidad o el contacto abrupto con la realidad (en este caso la de la juventud más vacía y petulante), pero también alguno de sus más persistentes defectos, como la incapacidad de articular la narración (el guión es una hojarasca) o la falta de oído para tocar las teclas de la emoción.

Aunque, todo ello es secundario, pues «Las Plantas» ha irrumpido en la escena con ansia ruidosa al incluir, sin demasiado sentido, unas escenas de masturbación masculina a pecho descubierto que han sido consideradas (¿?) como el colmo del feminismo por voltear (ella, la jovencita protagonista, está vestida mientras que los maromos se exhiben a calzón caído) la imagen tradicionalmente aceptada del gancho del desnudo femenino.

Se intuye que, detrás de lo que nos cuenta Doveris, hay una historia poderosa de despertares, sueños y tragedias (el hermano en estado vegetal es una luz de neón a algo que ni vemos ni nos van a contar), pero nada de lo que hace o sugiere Florencia (la actriz Violeta Castillo mantiene la misma cristalera entre ella y el espectador que su personaje con sus amantes) consigue situarse ni en el interés ni en la curiosidad de la mirada. Podría ser una película turbadora, pero sólo es masturbadora.

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