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Passengers (***): Desvelos de los bellos durmientes

Sus tres protagonistas son un perfecto imán para la mirada

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Lo más atractivo del argumento de esta película futurista es el modo fascinante en que nos plantea el porvenir de la especie humana cuando tenga que buscar su supervivencia más allá de su espacio natural, la Tierra. Y ahí comienza la trama, en el fastuoso interior de una gran nave espacial que transporta a varios centenares de pasajeros, alojados en sus cámaras de sueño, hacia un planeta lejano al que llegarán un siglo después, y en la que una desafortunada avería en la nave hace que uno de ellos (Chris Pratt) se despierte noventa años antes de lo previsto. O sea, una vida en vuelo.

El director, Morten Tyldum, controla muy bien los dos nudos de esa trama, el primero adornado con una magnífica puesta en escena, con unos interiores de la nave tranquilizadores y tan apetitosos como una estancia en un hotel de lujo, y el segundo, de índole ético y dramático, que explora en los efectos de la soledad del hombre, su bíblica necesidad de compañía y cuánto de su propia dignidad y ética está dispuesto a renunciar por obtenerla. Mucho más elaborada su parte visual (gran trabajo de ambientación y gran fotografía de Rodrigo Prieto) que su parte moral y dramática, que podría haber sido infinitamente más retorcida, aunque ambas están bien ensambladas y mezcladas para que el completo nunca pierda sus intrigas cinematográficas en el interés del espectador, que la gozará sin grandes problemas de principio a fin.

Sus tres protagonistas son un perfecto imán para la mirada, Chris Pratt y Jennifer Lawrence, porque están esculpidos con tantas gracias y mercedes que provocan salivación, Y Michael Sheen, porque interpreta a un barman robotizado que dan ganas de llevárselo a casa sin envolver. Y a pesar de que haya algo de recuelo en todo su apartado de “acción y aventura” y en sus soluciones de intriga y peligro, la película es un catálogo de atractivos, desde la nave a sus protagonistas, desde los dilemas del viaje hasta su área romántica y desde lo provocativo de algunas de sus sugerencias hasta la música de Thomas Newman. Mejor verla que vivirla.

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