Crítica de «Tolkien»: Un boceto agradable, pero anodino

El «Tolkien» de Karukoski recoge bien, bonita y dramática la vida del personaje, pero pasa de puntillas por su grandeza (también por otros detalles, como su profunda y fructífera amistad con C.S. Lewis)

Nicholas Hoult en «Tolkien»
Oti Rodríguez Marchante

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El mundo ha entrado al territorio de Tolkien a través de esa genial y precisa adaptación cinematográfica que ha hecho Peter Jackson de su universo, de la que el propio escritor se hubiera sorprendido por la minuciosidad con la que fueron trasladadas (arrebatadas como por un TAC de su cabeza) a imágenes. Pero…, quienes tuvieran la fortuna de leer antes la obra de Tolkien, sabrán el maravilloso estremecimiento, el incomparable placer, la absoluta e inolvidable entrega e intriga que le produjeron aquel gigantesco arrebato literario de un hombre, un profesor, un filólogo, una pluma y una resma incontable de papel en blanco.

En esta película, dirigida por el finlandés Dome Karukoski , se trata de contar parte de la vida del escritor, los apuntes de su infancia, adolescencia y educación, los influjos o presagios que la Primera Guerra Mundial, sus amistades universitarias y su amor temprano y definitivo por Edith Mary Bratt tuvieron en su vida y obra. La recreación del personaje y sus circunstancias está hecha con británico gusto visual y con mucho detalle e inventiva, aunque con evidente estrechura de miras: Peter Jackson desalojó (y sublimó) a Tolkien de su universo interior, pero Dome Karukoski apenas si lo viste por fuera. La estructura de la película es tosca: un presente bélico (Tolkien en las trincheras) y un floreado «flashback» sobre su pasado, con sorprendentes escenas de guerra alusivas al humo, muerte y épica de Mordor, y con un desarrollo de amistades y amor que aluden a la Compañía del Anillo y a ese romanticismo élfico de Rivendel.

El «Tolkien» de Karukoski recoge bien, bonita y dramática la vida del personaje, pero pasa de puntillas por su grandeza (también por otros detalles, como su profunda y fructífera amistad con C.S. Lewis), y el actor que lo interpreta, el soso Nicholas Hoult (quien curiosamente también interpretó así a Salinger en «Rebelde entre el centeno»), provoca muchas más ganas de zarandearlo que de leerlo.

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