Crítica de «Sofía»: Que quede en familia

La película pone al descubierto la situación de la mujer en la sociedad marroquí contemporánea, en donde se pena con prisión la relación extramatrimonial

Antonio Weinrichter

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Al igual que «Razzia», que se estrenaba justo hace un mes y estaba ambientada también en Casablanca, esta película pone al descubierto la situación de la mujer en la sociedad marroquí contemporánea, en donde se pena con prisión la relación extramatrimonial. La diferencia es que aquí la directora y guionista es mujer, nacida en Marruecos pero criada en Europa, lo que le permite lanzar una mirada cercana pero también tomar distancia. Se centra en un solo caso personal –una adolescente se queda embarazada– pero las repercusiones le permiten una visión panorámica.

Para empezar la chica niega, se niega a sí misma, su estado hasta que literalmente se le sale el bebé por su cuenta. El porqué de esta negación traumática se ve en su cara asustada, en la preocupada de la prima que le ayuda, en el disgusto de las mujeres adultas de la familia, en el desprecio de los varones… La directora habla sin ambages de la existencia de clases y de ese insaciable sentido del honor propio herido que paraliza al hombre, o le impele a tomar represalias violentas, siempre contra el cuerpo de la mujer. De hecho, las mejores escenas de la función, las únicas en donde de hecho se habla o se dice algo del conflicto, son las que reúnen a las mujeres. A favor o en contra, preocupadas por el escándalo o por el negocio que puede poner en riesgo; mientras el hombre –me pondré lacaniano– es una ausencia estructurante.

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