Crítica de «Infiltrado en el KKKlan»: Negro sobre blanco
«Sus alusiones a «Lo que el viento se llevó» y, en especial, a «El nacimiento de una nación» tienen el mismo calado histórico e intelectual que sus opiniones sobre Colón»
Ficha completa
El argumento de esta película sería una «giliproyect» de no estar avalado por una historia real, e increíble, que lo sustenta: el primer policía negro de Colorado Spring, Ron Stallworth, se infiltró en una violenta célula del Ku Klux Klan para desbaratarla desde dentro.
La historia es, claro, delirante, y en manos de Spike Lee, un cineasta que no da puntada sin hilo… negro, adquiere todas las tonalidades del negro en su provocación, sentido del humor, artimañas ideológicas e intención política. Arranca con un falso documental, un prólogo capitaneado por Alec Baldwin (el imitador oficial de Donald Trump) y termina con imágenes de archivo sobre los sucesos raciales en Charlottesville… En el medio, el relato jocoso de la aventura de Stallworth trazado con la habitual liturgia de Spike Lee y su capacidad y talento para hacerte sentir mal siendo «blanco» en sus películas , tan bien pobladas de belleza y gracia «negras» y de grosería y zafiedad «blancas».
Lo magro de la película, la anécdota policial, la protagonizan John David Washington (hijo chispeante de Denzel) y Adam Driver, que soporta la batería de bromas sobre su narizota judía, y junto a ellos, Laura Harrier, que es al tiempo una activista negra radical y un bombón Godiva, y juntos (frente al retrato grotesco y hostil de lo blanco) hacen que este choque de supremacías resulte divertido, ácido y rítmico a pesar de los trazos gruesos de sus caricaturas y sermones, y pueda disfrutarse en lo que vale aun perteneciendo uno a la raza zafia. Sus alusiones a « Lo que el viento se llevó » y, en especial, a « El nacimiento de una nación » tienen el mismo calado histórico e intelectual que sus opiniones sobre Colón.