Crítica de «Destroyer. Una mujer herida»: Las dos caras de Nicole Kidman

«Nicole Kidman se aloja con sorprendente capacidad y física a los dos tiempos de su personaje, pues se embellece y se afea, envejece y rejuvenece, en ese barajeo de planos de modo increíble»

Nicole Kidman, en la juventud de su personaje en «Destroyer. Una mujer herida»
Oti Rodríguez Marchante

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Es más difícil encontrarle a Nicole Kidman un registro interpretativo en el que no encaje que una prenda, por pequeña que sea, que no le siente bien. Y en esta película de Karyn Kusama (directora de «La invitación», pero también de «Aeon Flux»), la actriz australiana entra en un terreno desconocido, un «thriller» sucio sobre una mujer policía infiltrada en el pasado en una banda mafiosa que le dejó graves secuelas físicas y psicológicas, y que ahora se lanza vengativa a resolver los flecos que aún colean. La directora lo apuesta todo al rostro de Nicole Kidman en sus dos versiones, el transparente y juvenil del pasado y el maltrecho y desfigurado del presente, y así cuenta las dos historias, entrelazadas y amorales ambas.

La acción va y viene de una Nicole Kidman a la otra, de la fría y contradictoria de la juventud, incrustada en una misión compleja entre ambientes criminales, a la gélida, demacrada y obsesionada por reparar violentamente y sin piedad los errores del pasado. Las dos ideas del título, destructora y herida, le pertenecen por completo. En el constante uso del «flashback» está el recuento de pérdidas del personaje (de la ética, de la belleza, de su marido, de su hija…), pero también la estratégica colocación de trampitas narrativas y de la justificación de sus desequilibrios y maneras .

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Quizá a la película no le venga bien tanto revuelto de gajos temporales, pero sí al musculoso trabajo actoral de Nicole Kidman, que se aloja con sorprendente capacidad y física a los dos tiempos de su personaje, pues se embellece y se afea, envejece y rejuvenece, en ese barajeo de planos de modo increíble. Y esas líneas de lo físico que cruza constantemente la actriz son paralelas o equiparables a las que también cruza constantemente el personaje entre el bien y el mal, y tan voluntariamente centrada está la película y la intención en ese personaje, que se olvida un poco de darle entidad, temor y contaminación a otros, como por ejemplo el del villano que interpreta Toby Kebbell, que se queda en poco.

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