Crítica de «La clase de piano»: Tópicos simpáticos y armónicos
Ludovic Bernard construye una historia de superación que sigue al pie de la letra el manual, válido para la música y para cualquier deporte
Ficha completa
El director del Conservatorio de París escucha a un joven tocar el piano en una estación de tren y no tarda en reconocer un talento excepcional. Con este punto de partida, vivido por el propio director y coguionista, Ludovic Bernard construye una historia de superación que sigue al pie de la letra el manual, válido para la música y para cualquier deporte. Su fidelidad es tan estricta que los indudables aciertos que comete se diluyen ante la ausencia alarmante de sorpresas.
La cinta está rodada con intachable corrección y cuenta con un par de estrellas – Lambert Wilson y Kristin Scott Thomas – que arropan al joven protagonista, Jules Benchetrit , otro compendio de tópicos, más por su evolución posterior que en su retrato inicial: ladronzuelo de familia humilde con facilidad natural pero nulo interés por la disciplina.
Con todo, hay armonía en la recopilación de clichés y «La clase de piano» toca las teclas necesarias (uno más, de regalo) para gustar a públicos muy diversos. Hay pasión infantil en el relato y la pugna entre el benefactor antipático y el alumno díscolo está bien arbitrada. Después de todo, usar intermitentes en los giros, aunque sean de guion, es otra forma de cortesía.
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