Crítica de Cariño, yo soy tú: Ponerse en la piel del otro
Comedia del subgénero «intercambio de cuerpos» y de la categoría «tontuna simpática»
Comedia del subgénero «intercambio de cuerpos» y de la categoría «tontuna simpática». Un siglo y pico de cine han hecho posible que, sin apenas explicaciones, el público acepte y entienda en un par de escenas algo tan absurdo como que los dos protagonistas hayan intercambiado sus cuerpos. El lío es morrocotudo, porque ambos son amantes y ahora tendrán que vivir una doble vida al cuadrado. Stéphane De Groodt es además el jefe del prometido de Louise Bourgoin, con lo que los enredos y equívocos se multiplican. La mayor pena es que la mejor de los cuatro, Aure Atika , no tenga mayor papel.
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Un posible interés es descubrir qué toque le da el cine francés a un recurso tan explotado, por lo general sin grandes logros. Bruno Chiche no inventa demasiado, pero se agradece que vaya al grano, sin inventar explicaciones sobrenaturales. La «magia» del amor le permite reflexionar sobre lo sano que es ponerse en la piel del otro y aprender su forma de afrontar la sexualidad, el trabajo, la familia... No descubre la pólvora, pero antes de que el espectador se arrepienta ya ha pasado hora y media. Cómo quejarse.
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