Crítica de «Camarón: Flamenco y revolución»: Homenaje y semblanza

La película es un festín para sus admiradores, pero también una invitación a quien aún no lo sea

Escena de Camarón: Flamenco y revolución
Oti Rodríguez Marchante

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Abrumador torrente de información, imágenes, momentos y voz de José Monje, Camarón de la Isla, figura máxima del flamenco que se ha convertido en leyenda y que se muestra aquí, en este documental de Alexis Morante, en toda su complejidad y sencillez. La película es un festín para sus admiradores, pero también una invitación a quien aún no lo sea: recorre su biografía y su obra con total y absoluta admiración, y con una voz en «off», un narrador oculto al que se le puede intuir la cara y el gesto: es el actor Juan Diego, que interpreta el texto, a veces en exceso campechano, a veces brutalmente lírico, como si estuviera visible en el escenario y dentro de una obra de Lorca.

Los pasajes de su vida, sus relaciones con su familia, sus músicos o la pureza del flamenco son rápidos y se suceden a buen ritmo y compás; se detiene la película en la amistad con Paco de Lucía, y en cómo entre ambos cambiaron el curso del flamenco y del tiempo (también, y muy sutilmente, en discrepancias y malentendidos entre ellos). En fin, un trabajo que llega por los oídos hasta el corazón, y que tiene quizá un exceso de reverberación y acentuado simbolismo en imágenes supuestamente poéticas y alusivas (caballos, oleajes, animación, vistas aéreas…) que no se echarían a faltar si no estuvieran.

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