Crítica de «Buenos principios»: Bien está lo que bien acaba
«La química real entre Attal y Gainsbourg hace también su efecto en la pantalla»
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Esto no le importará al lector, pero perdí « Mi perro idiota » en un cine y en otro lo reencuentro. Yvan Attal adapta ahora la divertida prosa de John Fante con total libertad y voluntad realista, lo que baja el tono cómico sin elevar la verosimilitud. El cineasta y actor se reserva el papel central, el de un escritor semifracasado y cínico que vive de su único éxito, con su mujer (dentro y fuera, Charlotte Gainsbourg) y cuatro hijos malcriados que encuentran un enorme can alrededor del cual gira la acción. Casi todo parece artificial en esta película, que sin embargo mejora a ojos vista.
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Buenos principios
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La visión amarga de la vida, casi un manifiesto, se vuelve más soportable cuando el tono se vuelve íntimo. La química real entre Attal y Gainsbourg hace también su efecto en la pantalla , ya sea para mostrar los momentos de dolor, las heridas por cerrar o la siempre fugaz felicidad. Esa verdad acaba por salir a la luz y el espectador puede disfrutarla y llevarse una opinión muy grata de la experiencia. Cabe preguntarse si para todo ello eran necesarias las chanzas, el perro e incluso John Fante, un grande maldito de la escritura que escribía en otra escala musical distinta.
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