Crítica de «Alita: ángel de combate»: una golosina para la vista
No hay gran cosa que pensar sobre esta película, y sí mucho que mirar y disfrutar
Ficha completa
Aunque esta espectacular película la firma Robert Rodríguez, no se puede dar ni un paso por ella sin saber que en la producción y en el guion está James Cameron , que es el campeón del mundo de los efectos digitales y del cine impresionante («Terminator», «Titanic», «Avatar»…). La envergadura del diseño de producción, de esa ciudad postapocalíptica llamada Ciudad de Hierro, la convivencia del hierro y la carne en los personajes, y las múltiples escenas de acción son, otra vez, la apoteosis del cine, y todo ello bien instrumentado por gran inventiva visual y unos efectos tridimensionales magníficos.
El argumento, basado en un tebeo japonés, en cambio, no ofrece tantas sorpresas como su envoltura técnica, y se limita a contar una historia de supervivencia, en tono épico y con un ramalazo de romanticismo cibernético, y con un personaje central, Alita, que es un mixto de cerebro humano con arreglos y piezas robóticas: es, como si dijéramos, un menú conocido pero en un plato nunca visto. La joven protagonista es puro producto de ordenador y está diseñada por captura de imagen a partir del físico de la actriz Rosa Salazar, pero su respuesta en la pantalla es perfecta en lo corporal y en lo sentimental, y su relación con “el padre”, un doctor de robots que interpreta sin su malicia habitual Christoph Waltz , está muy bien calibrada en plano corto. Entre las persecuciones, las escenas de lucha, las carreras mortales del motorball y un ritmo que impide el parpadeo, la película intenta poner una pizca de complejidad sentimental entre la autómata y un joven humano que le hace tilín, aunque lo cierto es que no hay gran cosa que pensar sobre “Alita: ángel de combate” , y sí mucho que mirar y disfrutar.
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