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«Aliados» (***): Pitt y Cotillard: amor, guerra y melodrama

El director, Robert Zemeckis, sabe cómo ponerle aroma clásico, encanto «vintage», a unos personajes exquisitamente vestidos y excesivamente planchados y que la intriga bélica se solape al suspense romántico

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Lo más urgente de esta película parece ser el detectar los componentes químicos de la pareja protagonista, y olisquear si se mezclan o no de algún modo revelador de algo…

Brad Pitt y Marion Cotillard despiden un inquietante glamour como de anuncio de perfume en un ascensor, y consiguen con su enorme encanto hollywoodiense llenar hasta el borde las dos medias películas que vemos.

Una primera de intriga bélica, entre los nazis y en una Casablanca que funciona como la contraportada de aquella de Michael Curtiz… Podrían haberse tomado unas copas en el bar de Rick.

El director, Robert Zemeckis, sabe cómo ponerle aroma clásico, encanto «vintage», a unos personajes exquisitamente vestidos y excesivamente planchados, y que la intriga bélica se solape al suspense romántico. Vale la pena ver cómo se desenvuelven Pitt y Cotillard en esos dos terrenos.

Y la película voltea a su segunda mitad, como si el final de «Casablanca» tuviera aquí su segunda oportunidad, no como una bonita amistad sino como un melodramático amor, y atravesado por ese mundo pantanoso del espionaje, entre Hitchcock y Le Carré, del servicio en tiempos de guerra y de la llamada a las dudas y al sacrificio.

Se oscurece la película y se empañan las interpretaciones de la pareja protagonista, como si se salieran de Hollywood, como si ya no quisieran ser Bogart y Bergman…, gana en intensidad en sus rostros pero pierde músculo en sus cuerpos. “Aliados” es una bonita historia, hecha con el mejor de los gustos, con la epidermis perfecta, pero sin esa capa de crema hidratante que protege de la erosión del tiempo a las películas legendarias.

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