«Ötzi, el hombre de hielo»

«Es lamentable que no se pueda ver una película española en Alemania salvo que sea de Almodóvar»

El director alemán Felix Randau estrena «Ötzi, el hombre de hielo», un film que hila los posibles acontecimientos que condujeron a la muerte de la momia humana más antigua de Europa

Felix Randau estrena «Ötzi, el hombre de hielo» EFE

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Ötzi , la momia humana más antigua de Europa ya tiene su propia película. El director alemán Felix Randau ha querido dar forma a la historia que se escondía detrás de esta figura que fue descubierta en 1991 por dos alpinistas en los Alpes de Ötztal, cerca de Hauslabjoch, en la frontera de Austria e Italia. Con ayuda de científicos y de un lingüista para reproducir el idioma que podrían hablar por aquel entonces, Randau ha querido retratar a Ötzi , lo más fielmente posible en una cinta en la que no hacen falta las palabras para entender sus emociones.

«La idea original surgió cuando leí una crítica de "Gravity" en la que se decía que era una película muda arcaica, que realmente no es así, y estuve dándole vueltas durante meses a esa idea, una película arcaica pero muda… y luego por casualidad en un mercadillo vi la portada de una revista que hablaba de Ötzi y todo me empezó a encajar», relata Randau sobre cómo llegó Ötzi a su vida. Desde ese momento, comenzó a documentarse sobre esta momia y hasta fue a visitarla al Museo de Arqueología del Tirol del Sur de Bolzano. No obstante, confiesa que esa experiencia le resultó «un horror». «Creo que se abusa del cadáver de una persona aunque ya haya muerto hace 5300 años» , sostiene.

El cuerpo de Ötzi fue hallado con una herida de flecha, y tras analizar cada milímetro algunos científicos apuntaron a que su muerte se debió a una venganza y ese es precisamente el hilo de la historia: Kelab, el líder de un poblado neolítico, se va a cazar y en ese momento asesinan brutalmente a los miembros de su tribu, entre ellos a su mujer y a su hijo, y solo sobrevive un bebé. Es ahí, cuando comienza la búsqueda de los responsables y de aquellos, que además, robaron su objeto más preciado. «Se trata de un fetiche que genera ese círculo de violencia» , explica Randau y añade: «Independientemente de la época en la que nos movamos, siempre existen fetiches que generan violencia y que pierden valor conforme pasa el tiempo». Para él, este objeto de deseo actual es el petróleo.

Alejándose de todos los detalles superfluos y centrándose solamente en las posibles motivaciones que pudo tener «el hombre de hielo», el director ha querido que el espectador emprendiera junto a Ötzi su último viaje entre las montañas nevadas en esta lucha «contra sí mismo». Para representar esta aventura, el equipo se trasladó a las localizaciones que recorrió el propio Ötzi, lo que ha supuesto ser la parte más complicada de la película. «Ha sido muy difícil encontrar zonas vírgenes, y es ahí donde nos dimos cuenta de que donde no llega el ser humano el paisaje no cambió y en cambio, en los que se asienta todo se modifica rápidamente», reflexiona.

La idea de Randau era clara desde el principio, «narrar la historia de Ötzi bajo las condiciones que él las vivió ». De modo, que asegura que «todo es real» hasta una tormenta de nieve a la que debieron hacer frente durante el rodaje. «Lo que he hecho es rellenar los espacios que han dejado los científicos con sus investigaciones con algo que me ha parecido lógico», apunta.

Para recrear al personaje , el germano ha «copiado literalmente» la ropa que llevaba , que se ha mantenido casi intacta, y los objetos que portaba en el instante de su muerte. Además, el director alemán señala que «en ningún caso quería que los personajes hablasen un lenguaje al uso de la época actual porque hubiera ido en contra a ese mundo primitivo» y por eso contó con la ayuda de un lingüista experto en rético que «reconstruyó un lenguaje que él piensa que se podía hablar por aquel entonces». De hecho, si se está atento en los diálogos se puede escuchar cómo un personaje saluda a otro con un «hola» . «El lingüista llegó a la conclusión de que ya debería haber una palabra que sonase así. ¡Yo soy inocente!», explica entre risas.

Con todos estos elementos, Randau ha querido relatar una historia del pasado pero que mantiene muchas similitudes con la actualidad debido a lo desarrollados que eran los humanos por aquel entonces. Por este motivo, la define como una «historia atemporal». A la espera del recibimiento que pueda tener el film en los cines, el autor hace una reivindicación para que exista un mayor intercambio de cintas entre ambos países. «Hay una especie de tendencia en los últimos años de que las películas europeas circulan bastante poco. Me parece absolutamente lamentable que no puedas ver una película española en Alemania salvo que sea de Almodóvar ».

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