Eugenio, el humorista que murió de pena

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ABC

La profesión de Eugenio era contar chistes . Y su marca personal, la gravedad. Se tomó el humor tan en serio que en la seriedad basó su innovación. Y murió de tristeza.

Nació y se crió en un barrio humilde de Barcelona durante la posguerra. En el colegio era un portento repitiendo. Pasó de la universidad y se hizo joyero .

Montó un grupo musical con su primera mujer Conchita y abrió su propio pub, en donde impulsó su perdición por el mundo de la noche . Entre canción y canción, le pedían contar chistes y se negaba reiteradamente. «El humorista hace del humor una especie de válvula de escape para evadirse de la realidad. El humor verdadero sale de las penas , es cuando uno demuestra que tiene sentido del humor», decía Eugenio.

Era solitario e introvertido, crápula trasnochador, mujeriego, bebedor y estuvo dominado por la cocaína . En su búsqueda de sí mismo, construyó una pirámide junto a su piscina bajo la que meditar.

Su manejo de los tiempos, lentitud oratoria y los largos silencios fueron una vuelta de tuerca, el anti-espectáculo . En sus shows solía decir apáticamente: «Y con la alegría que me caracteriza...» y la gente sonreía .

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