Manolo Blahník, arte con un par de tacones

El afamado diseñador trae a Madrid una exposición de casi 300 piezas sobre sus 45 años de trabajo

El artista Manolo Blahník, ayer por la mañana, en la presentación de la muestra FOTOS: BELÉN DÍAZ
Aitor Santos Moya

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Entre las infinitas cualidades que atesoran los célebres «Manolos» , destaca, por encima de todas, la belleza de lo único. Encontrar dos pares iguales se torna complicado si del genuino Manolo Blahník (Santa Cruz de La Palma, 1942) depende la búsqueda. «He diseñado millones de zapatos, pero, tranquilos, aún me quedan muchos por hacer», afirma, fiel al humor que siempre le acompaña.

Recién llegado a Madrid, el zapatero hecho prodigio presentó ayer la exposición «más personal y emotiva» -como define él mismo- de todas las realizadas hasta la fecha. El Museo Nacional de Artes Decorativas inaugura este martes «Manolo Blahník: el arte del zapato», un recorrido por la obra del creador a través de las cerca de 300 piezas originales que forman la retrospectiva.

Una selección de 212 zapatos, elegidos de un «armario» de 30.000- y 80 dibujos llevados a cabo por el propio Blahník. «Es importante recordar que antes de ser el diseñador que todos conocemos, fue un dibujante de talento excepcional», señala la comisaria de la exposición, Cristina Carrillo de Albornoz. La muestra, que permanecerá abierta hasta el próximo 8 de marzo , está dividida en nueve secciones temáticas; «Manolo y su taller», «Botánica», «Influencias Geográficas» u «Obsesión» son algunos de los títulos que desgranan la especial trayectoria del artista.

Aunque, sin duda, si hay una sala que cale por su significado, no es otra que «Bajo la luna», cuyo trabajo gira alrededor de zapatos creados bajo la influencia de su España natal . Reflejados, todos ellos, en la figura de prestigiosos escritores -Galdós, Clarín, Unamuno, Ortega y, sobre todo, García Lorca-, pintores -Goya, Zurbarán, Picasso y Miró- y arquitectos -Rafael Moneo, entre otros-, así como en diferentes creaciones y monumentos catalogados Patrimonio de la Humanidad. Por si fuera poco, los trajes, las batas de cola, el movimiento de los bailaores de flamenco o las canciones populares tienen también su pequeño homenaje.

«Madrid era la condición de Blahník para que la exposición se hiciera realidad», advierte la comisaria, después de haber paseado la colección por el Palazzo Morando de Milán, el Museo del Hermitage en San Petesburgo y el Museo Kampa en Praga. Ahora llega a la capital con un catálogo ampliado , donde el cine y los estímulos que desprenden en él las mujeres -según reconoce el autor- suponen parte capital de su presentación.

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