CHARLETAS GADITANAS

El cojo peroche

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El Ayuntamiento de Cádiz ha sacado ahora un eslogan que dice Cádiz sonríe y parece que es ahora cuando ha llegado a nuestra tierra la gracia. Cádiz fue y es cuna de la gracia y de la ocurrencia espontánea, y no sólo de las personas que tenían este don, había muchos que aunque no son conocidos también tenían esa gracia gaditana. Recuerdo a muchos que tenían esa habilidad y que lo hacían sin creerse que la tenían: Ignacio Espeleta, Beni de Cádiz, Ramón Harana, Vinaza el cochero, Manolo el aviador, El Sopa... y si recordamos a uno de los más conocidos, hablamos de Antonio Vargas Gómez, El cojo peroche.

Era El cojo hermano del gran cantaor gaditano Manolo Vargas, que se fue a Madrid desde muy joven para abrirse paso en el arte que tenía. Una de las anécdotas que se cuenta de El cojo fue que le pusieron al gran Aurelio Sellés una calle a su nombre que era, y es, el trozo que empieza la calle Flamenco. Llamó desde Madrid Manolo a su hermano para preguntarle que si era verdad que le habían puesto a Aurelio una calle, a lo que El cojo le contestó: «No te preocupes Manolo, que la calle no tiene ni casapuerta (sólo tenía una)». Del cojo se cuentan muchas anécdotas, unas pudieran ser realmente suyas y otras tan sólo se las aplican a él, pues podían resultar más graciosas poniéndolas en su boca. Cuentan que fue un día al cine con su inseparable Beni de Cádiz para ver una película del Oeste, y al ratito de empezar ya habían matado por lo menos a cien indios; entonces, El cojo le dice a Beni: «Benito, cúbreme que voy a ir al retrete».

En cierta ocasión paseando también con el Beni por la calle Isabel la Católica se pararon en la casa donde nació el insigne José María Pemán. Cuentan que el Beni le dijo entonces al cojo: «Antonio, cuando yo muera en la casa donde nací, en la calle Hércules, también pondrán una lápida como ésta», a lo que el otro contestó: «Desde luego, y dirá: Se vende».

Afortunadamente y gracias a la colaboración de la Peña de Enrique el Mellizo, y de su presidente Antonio Benítez, ya existe esa placa en la calle Hércules, lugar donde vino al mundo Benito Rodríguez Rey, Beni de Cádiz.

Recuerdo que en la calle San Juan y propiedad de Manolo Fedriani, propietario de las bodegas San Juan, aprovechando un algibe muy grande se abrió un tablao flamenco que se llamó La cueva del pájaro azul, y allí colocaron de portero al Cojo peroche, vestido de bandolero. A pesar de su minusvalía física y su media lengua bailaba y cantaba con mucha gracia.