El pivot argentino del Tau Cerámica, Luis Scola, recoge el trofeo que les otorga como campeones de la Copa del Rey de baloncesto. /EFE
VICTORIA EN LA FINAL ANTE EL PAMESA (85-80)

El Tau recupera su corona en la Copa del Rey

El base vitoriano Pablo Prigioni ha sido el digno merecedor del trofeo al Jugador Más Valioso del torneo

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El Tau Vitoria le tiene tomada la medida a la Copa del Rey. Últimamente, la gana año si, año no. En Madrid tocaba y la maquinaria baskonista pasó por encima del Pamesa Valencia en la final para alzarse con su quinto título copero (85-80). Velimir Perasovic logra como entrenador el entorchado que ya poseía como jugador. Los valencianos lucharon por un imposible y se marchan muy reforzados de la Copa.

El Tau es el rey de las finales: Cuatro consecutivas en otras competiciones diferentes acumula entre la temporada pasada y la presente el conjunto vasco que, nueve años atrás, en 1995, levantó el título del 'K.0.' por primera vez con el letal escolta croata hoy convertido en entrenador frente al Zaragoza (88-80) en Granada.

Ha pasado el tiempo y el Tau no ha parado de crecer. Entre mayo de 2005 y febrero de 2006 ha disputado las finales de la Euroliga, de la Liga ACB, de la Supercopa y la de esta Copa en Madrid. Perdió los dos primeros ante el Maccabi Tel Aviv israelí y el Real Madrid, pero los dos últimos ya adornan las vitrinas de un club que ha entrado en la grandeza de la mano de Josean Querejeta, un presidente casado con el éxito.

La excelente trayectoria marcada en la Copa madrileña por el Pamesa Valencia y su técnico, Ricard Casas, tocó puerto delante de la maquinaria ganadora del Tau. Honores también para los valencianos. Vuelven a casa dolidos por la derrota y engrandecidos por la ambición, la casta y la decidida apuesta que han hecho por el buen baloncesto. El Pamesa ha caído con la cabeza bien alta. Enfrente tenían a uno de los mejores equipos de Europa. Un bloque asentado en lo deportivo y en lo filosófico.

El Pamesa venía de eliminar al Unicaja, el gran favorito en todos los pronósticos, merced al exquisito planteamiento táctico de Casas, la solidaridad colectiva y los valores individuales. Suponía una seria amenaza para el Tau, un enemigo peligroso por su disciplina en una estrategia capaz de borrar de la cancha al deslumbrante Jorge Garbajosa veinticuatro horas antes; por su hambre de victoria y por la fortaleza demostrada en cuartos contra el Akasvayu y en semifinales ante el cuadro malagueño.

Pero el Tau se lo tomó tan en serio que acabó con la final de un plumazo. No le dio al Pamesa la más mínima oportunidad porque las que abrió a fuerza de sangre sudor y lágrimas se la ganó a pulso. Los discípulos de Perasovic dejaron al escuadrón naranja en ocho puntos al final del primer cuarto. En su cuenta constaban veintiún tantos más (8-29). Los valencianos miraban al suelo. Un triple de Oscar Yebra, dos canastas del griego Demos Dikudis y un tiro libre del estadounidense Junior Harrington era todo lo que el Pamesa pudo arrancar del aro alavés.

Además, vientiún puntos de desventaja en un cara a cara con los vascos, acostumbrados a presión de las finales y dueños de uno de los ritmos de juego más intensos y dinámicos del baloncesto europeo. El Pamesa persigue el mismo objetivo. De hecho, en Madrid ha llegado tan lejos porque ya ofrece retazos de bloque en avanzado estado de acoplamiento. Por eso, y por un sensacional Dikudis y un corazón colectivo como un puño de grande, apretó los dientes y consiguió la proeza de plantarse en los últimos minutos con posibilidades de discutir con los vitorianos por el título (70-77 m.38).

La tropa del Turia nunca bajó los brazos a pesar del tremendo aluvión que soportaba en la pista. Dejó la lona al final del primer cuarto atontado por el 8-29 en contra, pero dominó el parcial del segundo (23-20) y también el del tercero (21-17). Agarrado a Junior Harrington, a Dikudis y a una moral inquebrantable pudo soñar con el milagro. Pero merece todos los honores, el mismo reconocimiento y la misma admiración que los campeones.