¿Está bien marcharse del estadio cuando el Cádiz está siendo goleado o es necesario apoyar más que nunca al equipo en los malos momentos? ¿El Carranza, que ahora no da abasto para tanto abonado, se quedará vacío cuando llegue la época de vacas flacas? ¿Hay cadistas de boquilla y golpes en el pecho? ¿Hay personas más cadistas que otras? Son las dudas que flotan en el ambiente. La diáspora del pasado sábado en mitad del encuentro Cádiz-Sevilla ha reabierto algunas viejas heridas que se remontan a tiempos ya casi olvidados.