la voz del carnaval

Crónicas repelladas de José Monforte: Muy bueno pero muy ruidoso

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No era mi intención hablar hoy de esto. Tenía casi acabado un interesante artículo sobre el concepto de libertad en la comparsa suratlántica que iba a poner hoy, pero es que mi compañero Paco Márquez me comenta que han sido cientos los correos electrónicos y llamadas telefónicas a LA VOZ del Carnaval que querían conocer más acerca de la vida de San Juan Bombista, un santo ciertamente desconocido, vamos es que no lo citó ni Juan Pablo II en ninguna homilía...y mira que le gustaba un santo al papa polaco...a Ratzinger no tanto.

La vida de San Juan Bombista no se encuentra en las fuentes habituales, las de ensaladilla son las mejores. Hemos de recurrir a un tratado ruso del siglo XVI escrito por Vladimir Colocanos y que no lo entiende ni su puñetera madre (Ludmila Colocanosoba). El ruso escribió 24 tomos sobre la vida del bombista por lo que comprenderán que recoge hasta los días que se cortaba las uñas de los pies.

Este santo, cuya inclusión como patrono de las chirigotas está estudiando ahora el Patronato del Carnaval, nació en Jesavé, provincia de Josuá (Bajo Nilo presorpeico). Se dice que este virtuoso del bombo era hijo de la faraona egipcia Neferchichi, prima hermana de Nefertiti, de la que heredó la costumbre de bañarse sin jabón. Así Neferchichi se daba baños diarios en manteca colorá que se hacía traer por esclavos nubios desde la misteriosa población atlántica de Chiclanaskaya (luego le quitaron la skaya). Neferchichi que era más tonta que una barby mesopotámica dijo que no se quería quedar con el niño porque estaba tiznaíto por lo que lo abandonó en la Nacional IV. Pero cual fue la suerte del santo que fue recogido por un vendedor ambulante de instrumentos de percusión y viento, que al ver al tierno infante abandonado sobre el asfalto lo recogió y se lo llevó a su casa donde lo cuidó, mimó y le dio cientos de platos de lentejas con babeta.

El santo virtuoso del bombo aprendió pronto y a los siete añitos ya era bombista del Jesavé Bomboncitos Cuartet y a los doce, recién hecha la Primera Comunión, que la hizo tarde, comunicó a su padre que quería recorrer el mundo con un tambor. Hijo vete a dar por culo a otro sitio, le dijo su progenitor que estaba hasta la misma flauta travesera del niño que se quedaba hasta las tantas tocando por la banda de los Polillas y tenía en jaque a la guardia pretoriana.

Comienza así la historia de San Juan que se fue de casa apenas con unos tenis de Adidas y un chandal que le compró el padre en Soriano. A ritmo de tambor recorría nacionales y carreteras comarcales y daba conciertos en las gasolineras (ya dirán los listos que como iba a haber gasolineras en la epoca de Nefertiti...po a joerse que no se me ocurre otra cosa).

Al tercer día y tras un fracasado concierto en bombo mayor, el adolescente santo sintió hambre y como no tenía ni un bollycao que llevarse a la boca, tocó un redoble pero cual fue su sorpresa cuando al tercer toque vió como del tambor brotaban granos de arroz, pero ya guisados en amarillo. Más siguió tocando y el arró lo fue rodeando. Fruto de la emoción le dio al tambor de otra manera y comprobó como en vez de arroz salían del tambor trozos de pollo sin hueso, chicharitos de la huerta de Conil y pimientitos coloraos en tiritas. Alabado sea el señor...dijo el niño...bueno más que alabado, almorzado, se corrigió a si mismo. Más tomó el arroz con pollo y comprobó que estaba en su punto de sal y comió hasta catorce cucharás y se las acompañó de unas aguas de botijo que le dio el de la gasolinera. El pequeño agradecidó le dijo «Tú también tomarás mi arroz, y poniéndose de rodillas el gasolinero tomó arroz, y tomó pollo, los pimientos no que los repetía, y pronunció las palabras que harían al santo famoso: Almorzado sea el señor.

Bladimir Colocanos atribuye a San Juan Bombista la creación del arró con pollo, pero aquí los historiadores no se ponen deacuerdo, por lo que no daremos el tema como seguro.

Lo cierto es que San Juan, como volvió a sentir hambre al día siguiente, repitió la operación y de su bombo volvió a brotar el arró con pollo. Al ver concierto tan brillante se acercaron hasta él unas mujeres que habían ido al río a lavar toallas y éstas, a su vez, llamaron a otras mujeres que habían ido a lavar sábanas y estas, a su vez, llamaron a otras mujeres que habían ido a lavar unos yersis. Con qué el bombista se vio rodeado de mujeres y de un gran pestazo a suavizante. Las mujeres, ya almorzadas, acudieron al pueblo y contaron la buena nueva a sus vecinos. Al día siguiente el bombista entró en la población rural al compás de Cádiz Cofrade y a petición del público que se congregó en la plaza produjo arró con pollo para todo el pueblo. «Ahora con gamba, Juan, ahora con gamba» gritó un lugareño desde una ventana, pero Juan sentenció «Yo aplaco el hambre. Las gambas perdirselas a San Romerijo que todavía no ha nacido».

El santo recorría pueblos a diario dando de almorzar hasta que un día convocó a 500.000 personas para darle arró con pollo. Más le dijeron que si lo hacía saldría en el libro Ginés de los Records. Más ese día salió arró, pero en blanco. Dios habló desde el cielo: «Eso te pasa por gilipollas».