carnaval 2006

Ola de erizos para aliviar el frío

La peña El Erizo celebró la XXVI edición de su fiesta gastronómica repartiendo más de 400 kilos de estos equinodermos que ayudaron a olvidar las bajas temperaturas que se vivieron en esta jornada dominical

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El barrio de La Viña pasó del intenso frío de la mañana al calor intenso que desprendían las primeras coplas de Carnaval 2006. Desde el escenario ubicado en la confluencia de la calle de La Palma y Cristo de la Misericordia, chirigotas, coros y comparsas realizaban su último ensayo general antes de cantar sobre las tablas del Gran Teatro Falla.

La climatología dio una tregua, y el sol iluminaba cada esquina del barrio carnavalesco por excelencia. Desde las doce y media de la mañana, en las puertas de la peña El Erizo se formaban largas colas para poder degustar uno de estos 400 kilos de equinodermos que se repartían de forma gratuita -y que ninguno fue incautado-, además de cerveza y manzanilla de Sanlúcar.

Alrededor del escenario, más de 40.000 personas escuchaban a la chirigota virtual Los que viven der carajo, Este año me la tienen que chupar, de San Fernando, el coro Fiestón Pagano y Enseñando er-culito o la comparsa de Algeciras Con aroma de café, entre otros. A cada agrupación participante, el presidente de la peña El Erizo, Antonio Rueda, entregó el Garabato de oro de la entidad acompañado por el máximo representante de Cádiz de la Caja San Fernando, Emilio Aragón, la representante de la Diputación, Tatiana Sánchez, la Diosa y Ninfas del Carnaval 2005 o la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, que quiso disfrutar de cerca esta fiesta gastronómica. Además, el segundo entrenador del Cádiz Club de Fútbol, el argentino Luis Soler, también se dejó ver por la calle de La Palma para escuchar las primeras coplas de este Carnaval. Ya el pasado año, Soler demostró un gran aficionado a la fiesta acudiendo al Gran Teatro Falla.

A lo largo de la calle Virgen de La Palma, las diferentes peñas y restaurantes hacían su particular ‘agosto’ con las barras en la calle. Pinchitos, montaditos de filetes, cazón en adobo o tortilla de camarones fueron regados con moscatel, cerveza o fino. Además de los tradicionales erizos, a ocho euros la media docena, ostiones, camarones o mojama de atún.

Pepón de Cádiz también vendía, no productos gastronómicos, sino artículos hechos, en su mayoría por él, como pitos de Carnaval, pegatinas y chapas, además de cintas, cd’s y libretos de diferentes agrupaciones que han participado en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas, «y más de 2.000 fotos del Carnaval», gritaba Pepón en La Viña.

Profesionales y curiosos

Alrededor de Pepón, un grupo de profesionales de la comunicación grababan un documental sobre el Carnaval de Cádiz. Este grupo, que procedía del norte de España, señalaba que nunca habían visto una fiesta así. Igual de asombrados estaban varios grupos de personas de nacionalidad francesa que habían viajado hasta la capital gaditana «para conocer una fiesta que nos habían dicho que era maravillosa, pero creo que no fueron justos. Más que maravillosa es increíble. La alegría se respira en cada rincón de la ciudad», señalaba uno de estos turistas.

En todos los balcones de las viviendas ubicadas en La Viña, los vecinos se asomaban para participar en la XXVI Erizada Popular. Desde estos improvisados palcos, los inquilinos de los pisos escuchaban las primeras coplas de Carnaval acompañados por un plato de menudo, una copa de manzanilla o paté de cabracho. Abajo, desde la calle, los aficionados reclamaban su parte, aunque sin mucha suerte.

Y en los alrededores, junto a El Manteca o cerca del colegio La Salle-Viña, el ambiente era más propio de un sábado por la noche en la plaza de San Francisco. Varios garajes se convirtieron en improvisadas barras donde se podía adquirir desde un bocadillo de tortilla de patatas hasta un lote formado por whisky, cuatro vasos, refresco y una bolsa de hielo.

A media tarde, San Pedro terminó la tregua climatológica concedida a los gaditanos y la lluvia volvió caer sobre las calles de la ciudad, aunque eso no impidió que la fiesta continuase.

Y es que en La Viña ya huele a Carnaval, ya se respira su fiesta más importante y, sobre todo, se prepara para vivir, dentro de un mes, sus días más intensos. Pero desde hoy, la vista está centrada en la Casa de los ladrillos coloraos.