La revisión anual

Como el que no quiere la cosa, se pone uno a revisar días, semanas, meses y años, y termina comprobando que el Carnaval se ha convertido en uno de los capítulos más extensos de la vida de los aficionados más jartibles entre los que, dicho sea de paso, me encuentro.

Y esta revisión, en ocasiones, se hace tan pesada que surgen las dudas: «¿Qué ha cemos?; ¿descansamos este añito o lo dejamos para el año que viene?».

Al finalizar cada Carnaval, la decisión está casi, casi tomada. Pero nati. Al final, llega junio y lo de siempre: fulanito tiene una musiquita de pasodoble, menganito tiene una idea y todos terminamos teniendo lo que hay que tener para salir y que se resume en ganas de hacerlo.

Y ocurre que si este año no salimos -qué buen título para una chirigota-, pues imagino que no pasaría nada grave. Total, en realidad somos lo que somos: un grupo de colegas que nos hemos acostumbrado a vernos y tratarnos casi todos los días durante muchos años.

Y, mire usted por donde, en mucho sitios eso se llama hacer familia. Y como la familia es lo primero y vamos a seguir viéndonos, haya o no chirigota, qué más da si mientras nos vemos echamos un ratito con la guitarra... Y qué mas da si en vez de cantar cosas de años atrás aprendemos cositas nuevas... Y oye, en vez de vernos en la peña, por qué no nos vemos en el local de ensayo...

¿Ves tú? Pues así terminamos liados un año tras otro.