Cultura

Miguel Soler propone un laberinto de ojos que miran al espectador

Su exposición 'Lenguaje de signos' estará abierta en el Baluarte de la Candelaria hasta el 5 de marzo Las casamatas están ocupadas por distintas instalaciones

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Miles de ojos te observan sin que te des cuenta. Miran tu mundo, contemplan tu belleza, y tu fealdad. Miguel Soler ha tomado las casamatas del Baluarte de la Candelaria para convertirlas en un laberinto onírico de pareceres y luces equívocas, de símbolos capaces de hablar de un universo raro y extraordinario al margen del tiempo.

Lenguaje de signos es una instalación entre ín-tima y global, adaptada como guante fino al mecanismo de pequeñas salas que es el espacio expositivo del Baluarte.

Un sugerente catálogo de imágenes y sensaciones interactivas en torno a ese universo, a menudo ignorado, de la comunicación universal, de la semiótica de los símbolos donde el ojo, ventana al mundo y a los otros, ocupa un papel fundamental.

«Miguel juega con los ojos invirtiendo el habitual proceso expositivo, es decir, haciendo que el espectador termine sintiendo que no ha venido a ver la muestra sino que la muestra lo está viendo a él», explica Juan Ramón Barbancho, comisario de la exposición. Junto a él y continuando el paseo de presentación a autoridades y medios, el propio Soler va acompañando a los asistentes en el recorrido por los territorios oculares y más allá.

En postales y pantallas, paquetes y transparencias, cuadros y proyecciones, decenas de ojos anónimos miran al que observa en un juego circular donde la obra «es cincuenta por ciento interpretación del que ve», una propuesta de mil significados.

Tetinas y pistolas

Y junto a los ojos, otras propuestas sígnicas y simbólicas que hablan del mundo que es principio y fin del acerbo creativo del creador, un joven sevillano fascinado por el contexto de sentidos que le rodea. Un salón plagado de pistolas creadas a partir de pan de oro, ojos de buey que muestran la estética de la destrucción vandálica de un neumático, una bóveda de tetinas de biberón que dan cuenta de «todas las ideas preconcebidas que tenemos cerca al nacer». «Estamos rodeados de premisas económicas, sociales, religiosas que caen como una lluvia sobre nuestras consciencias», explica el autor frente al paisaje de hilos dorados.

Entre las piezas, una clara alusión crítica al mundo de los me-dios de comunicación, una obra que permite la interacción del visitante que, con guantes protectores, puede tocar y mirar la extraña caja que contiene las imágenes distorsionadas que Soler extrajo durante una semana de observación de los principales canales de televisión.

«Quería mostrar cómo los medios de comunicación transforman a su antojo la percepción del mundo que nos rodea», asegura el creador que se reconoce encantado con un espacio que parece «creado ex profeso para esta muestra».