«Fue una gran estafa a los proveedores»

«No se puede calcular el daño al tejido empresarial», lamenta Cándido Morato, portavoz de un grupo de acreedores de los Juegos que llegó a constituir una plataforma. «Fue una gran estafa al tejido empresarial local», señala Morato, «y no hace falta decir quién tiene la responsabilidad». Su empresa, Fotocromía, imprimió la cartelería de los campeonatos. «El primer día de los Juegos se dejaron de pagar los contratos», recuerda Morato, que señala que a pesar de los 250.000 euros que le deben, pudo mantener a sus 60 trabajadores. «Aceptaron aplazar nóminas, vendimos terrenos para una ampliación e hipotecamos nuestros bienes personales», lamenta.

«Hasta que no lo vea, no lo creo», resalta Juan Taboada, propietario de Seiprom, que suministró mobiliario y los expositores. «Recurrimos a pólizas de créditos que aún arrastramos, tuvimos que reducir personal y frenó nuestra expansión».