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Las esperanzas de que Sharon salga del coma se desvanecen de forma alarmante

El estado de salud del primer ministro israelí es literalmente «aterrador», asegura la radio pública No recibe anestesia y no hay señal de que vaya a recobrar la consciencia

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Las esperanzas de que el primer ministro israelí, Ariel Sharon, salga del coma inducido en el que se encuentra desde el pasado 4 de enero -ya nueve días- se desvanecen de manera cada vez más alarmante. El estado de salud del primer ministro es literalmente «aterrador», aseguró la radio pública hebrea ayer, citando fuentes médicas. «La situación es preocupante, muy preocupante, incluso aterradora», declaró. Según estas fuentes, «la hora de la verdad se acerca» ya que Sharon no recibe más anestesia y no da señales de despertarse del coma artificial en que fue sumido cuando sufrió una grave hemorragia cerebral.

El jueves, el neurocirujano argentino Félix Umansky, que se ocupa de su tratamiento, aseguró sin embargo que es normal que cuando la anestesia es totalmente eliminada del organismo el paciente siga «adormecido» días o semanas. «Con enfermos en coma no se puede pedir que apretando un botón, el paciente comience a hablar como si nada», declaró. «Si no existen signos de mejoría, hará falta un milagro para que Sharon se despierte de su coma profundo y su organismo pueda trabajar de manera más o menos normal», según los medios de comunicación oficiales.

Estas fuentes aseguraron que conforme pasa el tiempo no hay ninguna señal de que el primer ministro esté recobrando la consciencia, lo cual en un hombre de 77 años disminuye notablemente sus posibilidades de recuperación.

Los partes que los doctores del hospital Hadasa de Ein Karem, pequeño barrio situado a las afueras de Jerusalén, anuncian cada día para saciar la preocupación o interés de medio mundo, se han reducido desde hace días a una lacónica frase: «El ministro se encuentra en estado grave pero estable».

Sin embargo, esa estabilidad a la que constantemente se refieren se hace cada vez más difícil de defender y adquiere ya tintes que rayan en lo patético. Los doctores han comunicado sólo una leve mejoría en las condiciones de Sharon y pequeños movimientos de sus brazos y piernas que responden a estímulos a los que se le ha sometido. Pero la realidad es que, a pesar de los esfuerzos para sacarle de forma progresiva del coma, parece incuestionable que el ilustre paciente está a punto de llegar al límite de sus capacidades.

El guerrero, sobrenombre que ha adquirido durante su larga carrera militar y vida política, parece no poder con esta última batalla. Las palabras de sus hijos, Omri y Gilad, así como las sinfonías de Mozart que sus médicos le hacen escuchar, a fin de provocar una reacción, comienzan a parecer medidas desesperadas.

En el intento de encontrar un progreso en el estado del paciente, los médicos disminuyen desde el pasado martes la dosis de las anestesias que el primer ministro ha estado recibiendo desde su último infarto y hemorragia cerebral.

«Se trata de dosis muy pequeñas de sedantes para su comodidad. También tienen efecto durante periodos reducidos, con lo que están fuera del sistema después de 20 minutos», dijo el jefe del departamento de anestesiología del hospital Hadasa, Charles Weissman, que citaba ayer el diario israelí The Jerusalem Post. Pero a pesar de que Sharon permanece , entre cada dosis, durante unas dos horas sin ningún tipo de anestesia no ha mostrado grandes reacciones.

El hecho es que no existe una reacción significativa de Sharon ante la reducción de las drogas y eso inquieta de manera exponencial a los doctores. Cuanto más tiempo tarde en recuperar la conciencia mayor será la posibilidad de graves daños cerebrales o sencillamente el final.

No obstante, los especialistas albergan la ya levísima esperanza de que el sobrepeso del primer ministro y los rastros de los sedantes que permanecen en su cuerpo sean la causa de la lentitud que muestra en recuperar su consciencia. Ron Krumer, portavoz del hospital Hadasa, insistió en este sentido en que no existe una cronología específica que establezca cuándo abrirá los ojos ya que «depende mucho de cada paciente».

La polémica

Mientras, continúa la polémica sobre el tratamiento que recibió el primer ministro. En particular, los medios de comunicación y la comunidad médica hacen hincapié en los anticoagulantes le fueron suministrados después del primer y más leve infarto, del día 18 de diciembre, que junto con una enfermedad cerebral que sufre aumentan el riesgo de hemorragias.

Por el momento , los planes de los doctores que tratan a Sharon son realizarle otro examen neurológico, que incluirá una prueba de la presión de su sangre y dentro de su cráneo, mientras continúan observando su capacidad de respuesta, hasta ahora prácticamente nula, ante el dolor.

Sharon fue sometido el jueves a una nueva intervención quirúrgica para retirar un sistema de catéteres empleado para drenar las hemorragias que sufrió, dado que la última tomografía computerizada reveló una ligera mejora en su estado y que no había restos de sangre en el cerebro.