CAMPO DE GIBRALTAR

Los vecinos de Nueva Línea esperan la resolución de su reclamación contra Promaga

Interpusieron más de veinte quejas contra la constructora porque las viviendas no cumplen las condiciones del contrato Las plazas de garaje tienen entre 10 y 12 metros cuadrados, cuando los compradores pagaron por plazas de 25 metros

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Los vecinos de la urbanización Nueva Línea continúan a la espera de la resolución de las más de veinte reclamaciones que han presentado contar la constructora Promaga ante la Facua (Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios). Los afectados aseguran que las viviendas que les entregaron no responden a los niveles de calidad por los que ellos pagaron cuando compraron sobre plano.

Una de sus principales quejas consiste en que se les entregaron garajes de entre 10 y 12 metros cuadrados, cuando lo que figuraba en el contrato eran 25 metros.

En muchos casos, y según fuentes de la Facua y de los propios afectados, los vecinos tienen que bajarse de los coches antes de aparcarlos.

Pero el tamaño de las plazas de garaje no es el único problema que han tenido que afrontar los compradores de esta urbanización, de siete bloques con 27 pisos cada uno. Los vecinos denuncian que, en general, la calidad es inferior a la estipulada en contrato; hay problemas de carpintería y grifería, y no se ha puesto pvc a las ventanas. Hay además importantes problemas de humedad, grietas -cuando las viviendas tienen tan sólo cuatro años de antigüedad-, y los garajes se inundan cuando hay temporal.

Los vecinos de Nueva Línea se asociaron y cursaron una veintena de reclamaciones a través de la Facua que todavía están en trámite. Hace unos meses,un perito acudió a la urbanización para elaborar el correspondiente informe. Mientras tanto, los vecinos siguen esperando. Y viviendo en unos pisos que no se adecuan a lo que pagaron por ellos. Pero los afectados por este incumplimiento del contrato son muchos más, que todavía no se han decidido a denunciar: la urbanización comprende siete bloques con 27 pisos cada uno.

Una de las vecinas que dio el paso de plantar cara formalmente a la constructora fue Sonia Galdeano. Lleva cuatro años en la vivienda, en los que, asegura, la empresa no hadado «ninguna prueba de buena voluntad» ni ha dado el más mínimo paso que indique que quiere enmendar la situación.

Peritaje

Es más: Sonia asegura que el propio perito que visitó la urbanización la previno de que Promaga no pagaría. «Me dijo que podía olvidarme de que nos arreglasen los desperfectos, porque supondría mucho dinero y a la empresa le viene más a cuenta pagar la multa correspondiente que los arreglos», aseguró Sonia a este periódico. Lo cual no la sorprendió demasiado. Tampoco su nivel de indignación puede aumentar ya mucho más.

«Nuestra plaza de garaje tiene entre 11 y 12 metros cuadrados: es sencillamente imposible meter un coche allí», afirma Sonia. «Hay que pegarlo mucho a la izquierda y no se pueden abrir las puertas». Además, los dos ascensores que llevan al garaje han estado durante años sin funcionar: «La Comunidad tuvo que sellar las puertas y pusimos rejas, porque hubo varios atracos. El Ayuntamiento no hizo nada, mucho menos la empresa».

Sonia lleva años denunciando los abusos de Promaga. Cuenta que, al principio, acudía a la empresa casi todos los meses, cuando estaba embarazada; llegó a poner 20 ó 30 reclamaciones. Más tarde lo puso en manos de Facua. Dice que desde la empresa siempre «nos dan largas».

Abusos

Porque no son sólo las plazas de garaje. «Los pisos tienen muchos desperfectos: grietas, problemas de humedad, manchas en el parqué de la cocina. Llevamos tres años echándole dinero a unas viviendas nuevas», se queja Sonia. Y la actitud de la empresa no hace sino aumentar su indignación. «En Promaga siempre se desentienden: tuvimos que dar la lata durante tres o cuatro meses para que vinieran a aflojar unos tornillos». Tampoco, dice, desde el Ayuntamiento se ha hecho nada para ayudarles a defender sus derechos.

También se queja Sonia de que nadie les advirtió de que detrás de la plazoleta de la urbanización iba a haber casas prefabricadas: «Primero dijeron que sí, y luego que no se podía cerrar».

Y, como no podía ser de otra manera vista esta cadena de incumplimientos, la fecha de entrega no fue una excepción: en el caso de Sonia, fueron cuatro meses de retraso: en el mes de abril, y no en diciembre como se había prometido. «Y eso a fuerza de mucho luchar y protestar», afirma. «Habían perdido los papeles, y tuve un problema con la nómina, porque en principio me dijeron que la nómina de Gibraltar, donde trabajo, me servía, y a última hora, sin embargo, resultó que necesitaba un aval y si no perdía el dinero de la entrada».

Después de ver atropellados todos sus derechos, Facua fue su última alternativa. Lleva años esperando una resolución.