LA TRIBU

Toros

Nunca he sido amigo de jugar al toro con toros. No tengo ni valentía ni locura suficiente

El peligro al ponerse delante de un toro es extremo FÉLIX ORDOÑEZ
Antonio García Barbeito

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Unos no saben lo que hacen, y los que lo saben, si lo saben, supongo que tendrán claro que jugar al toro con toros es jugar a la muerte con muchas desventajas. Ni el toro de fuego quiero cerca de mis terrenos; ni el toro de fuego, ese caparazón de cartón piedra bajo el que va metido un atrevido muchacho que sortea cohetes buscapiés como quien se mete a buscar espárragos en un zarzal. La pólvora, olida, porque me encanta su olor cuando arde; y lejos, a la distancia que prefiero rayos y truenos. Toros de fuego, para las calles solitarias o tras un portón de tablas gruesas y sin resquicios. Nunca me he sentido corredor de sanfermines de toros de fuego, porque si no fue un cohete que te quemó una pierna, fue otro que te malogró un jersey, o fue un tropezón, al huir, que te partió un hueso.

Nunca he sido amigo de jugar al toro con toros. No tengo ni valentía ni locura suficiente. Vaquillas de despedidas de soltero, de esas que saben seis idiomas, tienen firmada en yeso muchas fracturas óseas o de ligamentos, y averías más graves. Y en tentaderos, por aquello de no voy a ser menos que aquel, aceptas la invitación del ganadero o de un torero y te vas a darle tres o cuatro muletazos a un eral con dos barrillos en la frente, sí, pero que puede llevarte al hospital en un segundo. Por mi voluntad, nadie me verá ni en los sanfermines de Pamplona, ni atrevido en los sanfermines pirotécnicos de las fiestas de la tribu, ni en ninguna placita de tienta, ni siquiera en un museo taurino tonteando con las puntas de una cabeza de toro disecada. El toro tiene peligro aunque sea en una fotografía. Hecho a su cercanía ganadera desde que nací, siempre lo he respetado. Por eso, no he entendido nunca la insensatez —lo siento, no encuentro otra manera de definirlo— de quien se juega la vida, tan alegremente, con un toro por tratar de ser el más valiente de las fiestas del pueblo. Otro muerto por asta de toro, esta vez en Arcos dela Frontera, en el Toro del Aleluya que acabó siendo el Toro del Gorigori. Qué triste. Es verdad que donde está el cuerpo está el peligro, y que basta un segundo para que, si está para ti, te caiga encima la mayor desgracia, como cae el mayor golpe de fortuna, pero, como hemos dicho, jugar al toro con toros es darle muchas ventajas a la muerte, son ganas de ponerse a merced de un cornalón, unos pisotones, unos golpes tremendos, nada bueno. Jugar al toro con toros es una ruleta rusa que en vez de una bala, tiene dos, los dos cuernos. Y es muy difícil que cuando un toro enfila, se le escape el insensato. Juguemos a vivir, que aunque también tiene riesgos, son más hermosos.

antoniogbarbeito@gmail.com

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