EL RECUADRO

Sevillanía de butacón

Se está creando la sevillanía de butacón y televisión, ante la masificación y lo incómodo que se está poniendo todo

Cada vez las personas se acostumbran a ver más la Semana Santa por televisión J. M. SERRANO
Antonio Burgos

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Su apellido está ligado a la historia del Rocío de Triana. Pero no de Triana a secas, sino de Triana, Triana, Triana, como cantaba la sevillana de Pareja-Obregón. Ha hecho desde chico el camino con Triana. Por eso me extrañó que ayer, bien temprano por la mañana, cuando la Virgen aún estaba en la calle y todavía no había vuelto a la ermita, me lo encontrara en la sucursal del banco, donde ambos habíamos ido a hacer un mandado:

—Yo te hacía en El Rocío todavía, ¡qué temprano has vuelto!

Me contestó:

—No, es que este año, por vez primera desde hace muchos, no he ido. Muchos me habrán puesto falta, pero tomé la decisión el año pasado y este, con todo el dolor de mi corazón, la he cumplido. Mira, en El Rocío durante el día, hagas el camino o vayas directamente a tu casa o a la de unos amigos, estás divinamente. Pero llega la noche, y primero que te dan unas ganas espantosas de acostarte a tu hora de siempre cuando todos sigue allí con el cante y con el baile. Y no vas a hacerles el feo de retirarte solo por tu cuenta y dejarlos allí. Así que no hay manera de que te acuestes antes de las 2 de la mañana. Y eso es lo malo del Rocío: cuando llega la noche y como el de la película «E.T.», echas de menos tu casa, tus zapatillas, tu cuarto de baño, tu salita, tu butacón, tu pijama, tu tranquilidad, tus comodidades. Y como el inicio de la procesión de la Virgen lo dan en directo por televisión, lo que tú decías que han inventado el salto de la reja como modalidad olímpica, pues este año me he quedado en casa y por vez primera le he faltado a la Virgen. En la romería, ¿eh? Porque hay muchos días en el año para coger el coche e ir a rezarle a la Blanca Paloma con toda tranquilidad, que es lo que pienso hacer la semana que viene. Y por cierto, lo que he notado, como novato en Sevilla el Domingo del Rocío que he sido, es cómo se advierte en la ciudad lo sola que se queda, todo el mundo en la romería.

Gracias este rociero con «una medalla muy vieja» y un apellido muy ligado a Triana, Triana, Triana, me di cuenta de que se está creando la sevillanía de butacón y televisión, ante la masificación y lo incómodo que se está poniendo todo. Pasen del Rocío a la Semana Santa. ¿A cuántos les ha oído usted la pasada Semana Santa que lo que hacen es ir a ver en la calle una sola cofradía, la suya, y que el resto de los días las prefieren ver por la televisión, donde la retransmiten tan bien y en directo desde La Campana y desde la Cuesta del Bacalao? ¿Cuántos, en esta que llamo «sevillanía de butacón», no han cambiado su silla en la carrera oficial o los apretujones de la bulla del cangrejeo delante de un palio por el sillón de orejas de la salita, donde lo ven todo divinamente sin tener que aguantar ni un empujón ni un aforamiento con las vallas que les impiden ver lo que querían y por donde querían?

¿Y los toros? También por culpa de la televisión o gracias a ella, la «sevillanía de butacón» ha llegado a los toros, desde que dan todas las corridas del abono de la Feria y este año, además, hasta han televisado la del Domingo de Resurrección, que hasta ahora nunca la daban. Tanto es así, que le pregunté a un viejo aficionado:

—¿Fuiste ayer a los toros y viste lo de «Orgullito», no?

—No fui, pero lo vi.

—¿Cómo es eso?

—Sí, que este año he decidido quitarme de la incomodidad del abono en la plaza, porque ir a los toros es lo más incómodo del mundo, dos horas y media allí, apretujado, arriñonado, pero me he visto toda la Feria por televisión, cómodamente, desde mi salita. Así que he tenido sillón de tendido. Pero sillón de orejas, mullido, con un cojín en la espalda, sin aguantar gente del Ave que entra con el gin-tonic en la mano y te manchan al sentarse, y viendo mucho mejor que en la plaza si la estocada está un poco caída o en toda la yema. Y ahora cuando vienen las novilladas, saco sueltas las entradas de las que me interesan y listo.

Ya digo: señores, ha surgido la sevillanía de butacón.

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