Nebrija, el sabio andaluz

Más que oportuna es la advertencia del cercano centenario del humanista que dio prestigio al español

Escultura dedicada a Elio Antonio de Nebrija MARIO FUENTES AGUILAR
Eva Díaz Pérez

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apesar de que Andalucía aparece siempre como patria de ridículos, holgazanes y graciosos, no hay que olvidar que es una mentira. Un tópico fácil del que sacan provecho las series, los programas de entretenimiento y la parte frívola de los telediarios. Porque en realidad es tierra de grandes personajes. Aunque casi nunca interesa recordarlo.

Uno de estos grandes personajes es Elio Antonio de Nebrija, del que en 2022 se cumple el quinto centenario de su muerte. Ya se ha pedido que la Junta se implique en esta conmemoración porque debe ser un centenario de altura, sin improvisaciones. Y si bien es cierto que las fechas no son más que una anécdota, es a veces la única coartada que nos queda para reivindicar la cultura.

Así que bienvenido el centenario del humanista, del hombre que publicó la «Gramática castellana» dando así prestigio a una lengua vulgar. Porque el español fue la primera lengua romance que tuvo un estudio de sus reglas. Y tampoco habría que olvidar que era hombre de la Andalucía, concretamente de Lebrija cuyo nombre latino —Nebrissa Veneria— incorporó a su nombre.

Nebrija fue, como alguna vez ha dicho el académico también andaluz Gregorio Salvador, el otro hombre de 1492. Porque mientras Colón avistaba las costas del Nuevo Mundo, él conquistaba la gloria del español publicando en agosto de ese año mirabilis la primera Gramática. Y, como presagió el propio Nebrija, siempre la «lengua fue compañera del imperio».

Publicó también nuestro primer diccionario —el bilingüe latino-español y el vocabulario español-latino creando la base para los demás— y no hay duda de que fue uno de los personajes clave que introduce el humanismo en España. Muy joven y aún de estudiante en Salamanca se dio cuenta de que los profesores sabían mucho «pero decían mal» en alusión al latín corrupto y viciado de los siglos medievales con el que impartían sus clases. Así es como inicia su batalla «frente a los bárbaros», título del ensayo con el que el profesor Francisco Rico relató la empresa humanista del andaluz.

Nebrija marchó a Italia, donde se cocía el mejor Renacimiento, para impregnarse de la latinidad que se había perdido en España. Regresó con gloria a su país para convertirse en el gran sabio de su tiempo. Un personaje fascinante cuya sabiduría nace aquí mismo, en su pueblo, guiado por el magisterio de preceptores que le enseñaron latín en las lápidas romanas del pasado clásico de su Lebrija natal. Y eso no hay que olvidarlo.

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